Tengo por delante dos días de asuntos propios para mis propios asuntos. ¡Qué poco acostumbrado estamos al calor! Bajé ayer a Santa Cruz en moto, pertrechado con guantes y chaqueta, y a la altura del Hospital sentía cómo me habían puesto un secador de pelo encendido frente a mi cara, muy desagradable. Dormí mal, desinquieto, que dirían algunos, y esta mañana ya estaba en pie sin despertador alguno, de manera que me he sentado a trabajar en la tediosa memoria del proyecto de vivienda en Tegueste en el que ando metido.
Tuve ayer un pequeño percance, una conversación dura, seria, catártica llego a decir. ¿Saben ese momento en que uno dice lo que piensa, después de muchos años y de haberlo vivido todo, para que la otra persona lea entre líneas? Pues algo así. Me quité un peso de encima, se los aseguro; la hipocresía de algunos es de las cosas que peor llevo en esta vida. Deberíamos decir más veces "te deseo lo que te mereces".
Feliz miércoles para todos, para mi, y ¡bienvenidos los retornados!
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Julieta Venegas, *Limón y Sal.
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