Me reuní ayer con un ciudadano preocupado por la dificultad para poder contratar el agua doméstica, afortunadamente un problema sencillo de arreglar. Él, mientras me explicaba sus necesidades familiares, con las que yo estaba absolutamente solidarizado, me explicaba "que uno ya tiene una edad", a lo que no pude contestar sino ¿y tú qué edad tienes? 23, me respondió. Sin comentarios.
Siguió el día su devenir y terminé por la tarde en IKEA, craso error. Cola fuera para recoger mercancía (media de 1h, según me dijo una dependienta honrada), colas dentro de la tienda para no-se-qué. Parecía Navidad. Compuesto y sin sillas abandoné tierra sueca para volver a casa y, entre una cosa y otra, caer rendido sobre la cama.
Hoy miércoles ya, otra semana que llega a su ecuador; nuestra amiga M da por finalizada la mudanza a su nueva casa -grandes esperanzas, que diría Dickens-, un sillón y unos cojines retapizados a los que les cuesta retornar al hogar, un piloto led azul que avisa de la lozanía de la motobomba en Villa Augusta, un césped que espera ser cortado esta tarde, la rodilla de R que se resiente, 28 temas libertadores que esperan su lectura, un político amigo que me sorprende con su inesperada llamada de ánimo...
Así pasa el verano, inexorable, con sus calores, sus nieblas matutinas, sus mociones de censura, sus más de lo mismo, sus me vengo a enterar ahora. Seguiremos pensando en meter los pies descalzos en el agua que corre y ver pasar la vida.
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ABBA, *The winners takes it all.
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