martes, 28 de julio de 2020

COSAS DE PUEBLO

Nuestro personaje no es el alcalde, tampoco el cura ni el guardia civil, sólo es el arquitecto municipal. Hoy, sin ir más lejos, tuvo lugar una reunión que, como mínimo, se podría tachar de surrealista.
Asunto: revisión de puntuación de un concurso-oposición.
Partícipes: el interesado y los 4 del tribunal reunido ad hoc.
La reunión tiene lugar en un despacho con el fin de explicar a nuestro protagonista los puntos obtenidos durante la revisión de los documentos aportados, menos que los que cabría esperar. 
En la pantalla sobre la mesa aparecían los documentos que acreditaban los diferentes cursos de formación durante los últimos años, diplomas que fueron apareciendo uno tras otros mientras sentenciaban ¡éste sí! ¡éste también!, ¡éste tampoco! y así uno por uno hasta llegar al último. El arquitecto municipal había ido apuntando aquellos cursos no computados para, finalmente, enumerarlos y comentar la razón de ello. Antes, entre los síes y los noes, apuntaban las razones por las que un curso u otro no había sido contabilizado. En un tris, toda la formación de los últimos años se redujo a lo que es propio de un arquitecto y lo que no, de manera que lo segundo ganó por goleada. A partir de hoy sopesará lo que le pidan, por si las moscas. Se acabó el trabajo renacentista, al césar lo que es del césar y listo.  
Sintonía de "Crónicas de un pueblo", TVE (1971).

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