martes, 9 de enero de 2024

VACACIONES Y AQUELARRES


Apuro los últimos días de mis vacaciones navideñas que no son otro que los últimos de 2023, uno atesora los días libres como si fueran de oro. De hecho me debía reincorporar el próximo martes 16 pero he cambiado ese día por el lunes víspera de Carnavales, de manera que en una semanita vuelvo a la rutina, al zulo, al estrés, a Mordor.
No me apetece volver al Ayuntamiento, pero es lo que haré, no queda otra. La obra de la nueva casa es un vampiro y hay cosas urgentes que debo terminar arriba por ética profesional y por acuerdos con los vecinos; otra cosas será lo que me encuentre y con quién me encuentre. Cierto es que estamos en fase de consolidación de los puestos de trabajo y que, además, ha dado pie para que algunas de mis compañeras, ya van dos, abandonen el barco en puertos más saludables.
Arriba será lo que tenga que ser, sólo podemos cruzar los dedos y ser optimistas.
Y mientras yo suspiro por lo que ha de llegar, leo en EL PAÍS un pequeño artículo sobre el inefable Bertín, portada de la casposa ¡HOLA!, entre remaquillado u operado o ambas cosas. Este madelman de plástico, desagradable donde los haya, que ahora presume de ser padre pero no a la vez que airea sus pruebas de paternidad -¡para machote yo! No entiendo cómo gente así puede llegar a triunfar, salvo como emético natural.

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