Algunas recomendaciones para el mejor jugador de tenis español de la historia en su próxima visita al país saudí, basadas en informes de Amnistía Internacional.
Alberto Senante. 17-01-2024
“Dondequiera que mires puedes ver crecimiento y progreso”, afirma nuestro Rafa en el comunicado en que anunciaba su nueva condición de embajador del tenis en Arabia Saudí sobre la situación en este país. Como no podemos pensar mal del hombre que ha dado tantas tardes de gloria al deporte español, y creer que don Rafael Nadal Parera se haya querido prestar a una nueva operación de blanqueamiento deportivo por parte del atroz régimen de Salmán bin Abdulaziz, ofrecemos algunas visitas que no puede perderse el crack de Manacor. Porque como decía mi madre: si buscas bien, seguro que encuentras.
Múltiples ejecuciones. Si en algo Arabia Saudí se muestra tan regular como Rafa Nadal en Roland Garros es en el número de ejecuciones. Al acabar el año, siempre aparece en el top five de la clasificación mundial. Y parece que, como Rafa, el régimen siempre se exige un poco más: el año 2022 acabó con 196 penas capitales, la cifra más alta en 30 años. Una pena que Rafa no estuviera en el país el 12 de marzo de ese año, quizás podría haber asistido como invitado VIP a la ejecución colectiva de 81 personas que tuvo lugar ese día.
Activistas encarceladas. Es totalmente normal que aunque el tenista mallorquín haya mirado por todas partes, no se haya encontrado con Salma al-Shebab, una estudiante de doctorado en Reino Unido que mientras estaba en suelo saudí se le ocurrió tuitear a favor de los derechos de las mujeres. Y estamos seguros de que no se la podrá cruzar porque desde 2022 está en la cárcel. Primero la condenaron a seis años de prisión, pero luego el “Tribunal Penal Especializado” le aumentó la pena a 34 años. Se ve que ahí son como Rafa, de esos que nunca se conforman.
En cambio, puede darse la casualidad de que, si se fija bien, pueda encontrarse por la calle a otras mujeres activistas como Loujain al-Hathloul, Nassima al-Sada o Samar Badawi, que reclamaron cosas tan disparatadas como que las mujeres puedan conducir. Y sabemos que se las puede cruzar porque ya han podido salir de la cárcel, pero tienen prohibido salir del país. El inconveniente es que también tienen prohibido hablar en público o publicar en redes sociales, así que eso haría más difícil que las pudiera escuchar.
Latigazos a homosexuales. Otra de las cosas que Rafa, si observa con un poco de atención, podrá encontrar en el país donde instalará su embajada del deporte (según él, para entre, otras cosas, mostrar “los beneficios de una vida saludable”) son castigos físicos por mostrar “ideas extremistas”. Sí, las habituales: homosexualidad, feminismo, ateísmo… En realidad, el código penal establece que la homosexualidad puede castigarse hasta con la pena de muerte, pero casi siempre se limitan a unos meses de cárcel y unos cuantos latigazos. Se lo puede contar con todo detalle Mohamed al-Bokari, defensor de los derechos del colectivo LGTBI, quien recibió 500 por el delito de “imitar a las mujeres” y debatir con él lo saludable de este tipo de castigos.
Mujeres tuteladas por su guardián. Arabia Saudí es uno de los países donde la discriminación a las mujeres tiene categoría de ley. En marzo de 2022, el Gobierno aprobó la figura de los tutores, a quienes las mujeres deben pedir permiso para casarse o salir del país. “Progreso y crecimiento” puede ser también que haya, pero lo que no podrá ver Nadal en ninguna calle saudí es a una mujer vestida como le da la gana, ya que todas deben ir siempre con una túnica negra que apenas se abre un centímetro alrededor de los ojos. Es mucho más probable que si Rafa se da una vuelta por cualquier ciudad o pueblo saudí se encuentre con mujeres maltratadas ya que, si ellas quieren divorciarse o irse de casa, el marido les puede denunciar por desobediencia a “su guardián”.
Pese a que todas estas recomendaciones son públicas desde hace años y pueden leerse en docenas de informes de organizaciones de derechos humanos, si algo nos ha enseñado Rafa a lo largo de su carrera es a no dar una bola por perdida. Habrá que seguir su ejemplo y soñar con que, antes de su próxima visita a Arabia Saudí, se haya mirado alguna de estas recomendaciones y, a pesar de todos los petrodólares que le puedan poner delante, pueda ver algo más que progreso y crecimiento.
Alberto Senante es reportero especializado en derechos humanos. Ha trabajado para varias ONG, entre ellas CEAR y Amnistía Internacional.
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