Cada domingo, por muy relajante que haya sido el fin de semana, la cabeza lo sabe y vuelve a funcionar por sí sola; prepara las reuniones del lunes, monta los informes pendientes, intenta anticiparse a los problemas que llegarán hoy lunes y, como si de un motor se tratase, acaba calentándose por el funcionamiento, normal o defectuoso.
Me acosté casi nada más llegar del concierto de anoche, libro en ristre, con el que pensaba esperar a que me llegara el sueño. Media hora de lectura, explosión del campo de petróleo en Las Ánimas y vuelta a Basondo, para caer en un sueño todo menos reparador. Me despierto un rato antes de que suene el despertador -comienza a emitir su sonsonete cuando me encuentro en el cuarto de baño-, acicalamiento general y café antes de comenzar un nuevo día.
Todo un fin de semana para darle vueltas a mi futuro a medio plazo ya que, a corto no me decido a mover ficha. Como no veo que la cosa vaya a cambiar, sino todo lo contrario, ya me he puesto fecha para dar un giro a mi vida. Ahora resta que las cosas salgan como las he previsto, más por realismo que por hado, e ir descontando mentalmente los días. La cuenta atrás ya comenzó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario