Todo pasa y todo queda, dice Machado, qué gran verdad. Con el inexorable paso de los años vamos adquiriendo sabiduría -eso me gusta creer-, perdemos a los seres queridos, nos vamos quedando solos de alguna manera, aunque atesoramos las joyas que cada uno va recogiendo de la cueva de Alí Babá en la que estamos desde que nacemos. De nada sirve gritar "Ábreté Sésamo", la contraseña cambia a diario y nunca damos con ella, así que seguimos aquí, caminando, sobreviviendo, aguantando y alimentándonos con nuestro maná particular salpimentado con ese toque de felicidad.
Nunca es tarde, todo suma, me anima día tras día mi amigo sabio con estas palabras, insuflando fuerza y ayudándome a encontrar el camino del tiranosaurio. Así, de esta manera, con años, más kilos y menos pelo y tiempo del deseable, me adentro poco a poco en el ejercicio, quién lo iba a decir.
Parece que va a ser verdad eso de que uno nunca pierde su capacidad de asombro. Yo doy gracias por ello continuamente.
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Serrat, *Cantares.
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