Diplomacia de altura, escucho sobre las conversaciones entre Merkel y Putin a colación de la "crisis humanitaria" acaecida (propiciada, más bien) en la frontera bielorrusa con Polonia. El presidente bielorruso Lukashenko, no reconocido por la UE por fraude electoral y a la sazón aliado de Putin, ¡cómo no!, queda como convidado de piedra en estas conversaciones surrealistas entre unos y otros con aspecto más bien de tomadura de pelo. Todo el mundo sabe quién instiga este asunto pero abundan los paños calientes y las palabras amables. Se habla incluso de que Aeroflot embarcó a esta gente desde su lugar de origen hasta Minsk, claro que los rusos lo niegan, como no podía ser de otra manera. Así, mientras juegan al ajedrez con esta pobre gente, desgraciada, congelada y hambrienta (fichas negras, que mueven después de las blancas), colocan sobre la mesa las cartas del verdadero juego al que quieren apostar: gas ruso, sanciones económicas, reconocimiento europeo, utilizando siempre el comodín de las amenazas. Qué asco da todo esto. ¡Y qué miedo!
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Antonín Dvořák, *8 Humoresques, Op.101, No7.
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