El mundo se va a la mierda, sentencia mi amiga I. Ella, conocida no precisamente por su optimismo vital pero con preclara mente, me suelta estas perlas, así como quien no quiere la cosa, para alegrarme el día, no encuentro otra razón. También tenemos a otro amigo entrañable V, pero si de I comentaba su optimismo, él lleva el premio pomelo, todo en negro: yo disparo a todo el mundo e incluso a mí mismo, sentencia constantemente. Los medios ayudan poco a mirar en otro sentido, ahora erre que erre con el advenimiento del apagón mundial. Los chinos acopian comida y farolillos y pilas y a saber qué más, en Europa silbamos al cielo como descreídos, en Estados Unidos están a otras cosas, pero con el rabillo del ojo mirando a los chinos, mientras que en África bastante tienen con el COVID maldito.
Así, nadando entre pandemias, apagones, crisis climática y sabor oriental prefiero quedarme con las enseñanzas de mi amigo S, todo sabiduría, todo éste es el camino. Has mejorado mucho, me decía el otro día. ¿Cómo no seguir por aquí? Lo demás, si llega, lo hará porque sí y sin contar con nuestra opinión.
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Simple Minds, *Alive and Kicking.
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