Jord Hammond, photography
Un inventario es una relación de inventos: Me invento todos los días, pero me dura poco. Me invento islas desiertas y me encierro en ellas. Me inventé un pasado insigne, para burlarme de mí mismo. A veces invento artificios mecánicos en mi cabeza o sea, máquinas. He llegado a inventar la cuadratura del círculo. Inventé un sistema variable de escritura ortográfica que todos los días actualizo. Antes daba mucho prestigio el apelativo, “Inventor”, se ponía en la tarjeta debajo del nombre. En ocasiones invento frases que atribuyo arbitrariamente a Platón, a doña Emilia Pardo Bazán o al mismísimo Schopenhauer. En mis años de maestro inventé un método de regeneración de la escritura para niños y niñas que escribían con patas de mosca, la pena fue no patentarlo. Todos los días me invento una historia, a veces dos. Me invento la realidad porque me resulta insoportable. Me invento la declaración de la renta. Me invento los colores para no ver el mundo en blanco y negro. Llegué a inventar la bicicleta hidráulica, lo malo es que nunca funcionó como pensaba. Antes inventaba más. Nosotros somos la invención de alguien con muy mala idea.
INVENTARIO
Juan Yanes.
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