¿Cómo se evita la masturbación?
Patente de corso. Arturo Pérez
Reverte
http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/819/como-se-evita-la-masturbacion/
No tiene desperdicio, así que lo
recomiendo. Denle al buscador de Internet, y luego no vayan diciendo que soy un
descreído materialista, ajeno a las cosas del espíritu. O del alma. Como ven,
hago publicidad gratis, por la patilla, del asunto que nos ocupa. Todo sea por
la salvación propia y ajena. Y por la higiene; que una cosa lleva a la otra, o
viceversa. El asunto se llama Educar hoy: sexualidad, vida y salud, y está
trajinado por un equipo de profesionales adscrito a una prestigiosa universidad
cuya localización geográfica dejo a ustedes el cuidado de adivinar. Y lo bonito
del asunto no es que los contenidos de ese lugar internetero manifiesten
opiniones libres en un país libre, sino que, además, tales opiniones se ofrecen
públicamente como servicio serio a centros escolares, guías didácticas y
material educativo de profesores. Para enderezar, en fin, tiernos retoños antes
de que los vicie el peso del pecado. Por eso hoy los cito, difundo y aplaudo.
No siempre va a ser mi inmediato vecino de página quien se ocupe de asuntos del
espíritu.
La masturbación, asegura ese
equipo de educadores profesionales, conlleva alivio físico, para qué nos vamos
a engañar; pero nunca una satisfacción afectiva plena. No es verdadero
aprendizaje del amor. Al contrario: es un abandono egocéntrico propio de
inmaduros adolescentes; y aquellos que afirman que les apetece, relaja o
divierte, y que no ven nada malo en ello, están equivocados: «Para estas
personas es aconsejable la consulta con un profesional de confianza que les
pueda ayudar a superar esa falta de control». Por ejemplo, un médico, un
psicólogo, o, atención, «un asesor espiritual, a condición de que entienda
el problema».
Pero bueno. Imaginen que ustedes,
jóvenes o adultos, sienten unos deseos irreprimibles de abandonarse
egocéntricamente, y que en ese momento no tienen cerca un confesor experto en
masturbaciones. Tranquilos. Existen argumentos para combatir la cosa en
solitario. Por ejemplo, éste: «Ayuda a fortalecer la decisión de no
masturbarse el recordar que es necesario protegerse de la erotización del
entorno actual». ¿Y cómo hacerlo? ¿Cómo fortalecer a los jóvenes, tan
vulnerables a la masturbación y otras perversiones?, se preguntarán ustedes con
ansia. Pues muy fácil. Instalando el ordenador en lugares visibles de casa como
la sala de estar, haciendo uso moderado de las redes sociales y, sobre todo, de
la tele: «Ciertas series pueden erotizar a los adolescentes aunque no
tengan contenido sexual explícito». Otra manera de evitar la masturbación es
ocupar el tiempo libre de modo constructivo; por ejemplo, buscando junto con
sanas amistades «la respuesta a los problemas bioéticos que se plantean
hoy en día, como el aborto, la clonación, la eutanasia o la responsabilidad que
tenemos ante el hambre en el mundo»: sistemas infalibles, todos, para que a uno
se le vayan las ganas. Pero esas respuestas, ojo, no deben buscarse en
promiscuos centros comerciales: «Los que pasan tardes enteras en centros
comerciales acaban buscando pareja para pasar el rato. Los rollos de una tarde
no te preparan para el amor; más bien te predisponen para la masturbación».
Como también predisponen «el tabaco, el alcohol y otras drogas, como la
marihuana». Porque el mayor beneficio «es abstenerse de cualquier
actividad sexual hasta la edad adulta: la situación ideal es haber alcanzado un
compromiso estable y duradero en el matrimonio».
Hay más consejos útiles,
decisivos, pero se me acaba la página. Son interesantes y educativas, también,
las opiniones sobre homosexualidad y la forma de curar a los enfermos que la
practican, habida cuenta de que «el estilo de vida homosexual,
especialmente en varones homosexuales, conlleva riesgos graves para la salud».
Ni es moco de pavo la consideración sobre invitar o no -por supuesto, no- a
casa a un hijo o miembro de la familia si viene «con la novia con quien
convive, es divorciado con nueva pareja o pareja homosexual». En tales
casos, el consejo es reunirse con ellos «a cenar, tomar un café, en otro
sitio que no sea nuestro hogar».
Les recomiendo la página: bello
manual para habitar el templo sagrado de nuestro cuerpo. Como dije antes, la
sigo mucho; y gracias a ella tengo una serenidad espiritual que te rilas, tía
Camila. He dejado de visitar centros comerciales, no cato la marihuana ni me
junto con divorciados, y estos días ando -asignatura pendiente- atento a que
los educadores de la prestigiosa universidad me detallen los daños bioéticos
resultantes de masturbar a otros. O a otras.
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