domingo, 8 de agosto de 2010

MORIR POR LA ÓPERA

Siegfried, Richard Wagner.
* Heil dir, Sonne! Heil dir, Licht!
***
Sigfrido (Siegfried, en alemán) es una ópera de Richard Wagner basada en las leyendas de los nibelungos. Siegfried es la tercera de las cuatro óperas que forman parte de la tetralogía de El anillo del nibelungo (Der Ring des Nibelungen).
Esta obra se estrenó en el Teatro del Festival de Bayreuth el 16 de agosto de 1876 como parte de la primera representación completa de la saga de El anillo del nibelungo.
Entre el reparto que estrenó dicha obra se encontraban Georg Unger como Sigfrido, Max Schlosser en el rol de Mime, Franz Betz como el vagabundo (Wotan), Karl Hill apareció como Alberich y Amalie Materna en el papel Brunilda (Brünnhilde).
Acto I .
Mime, hermano de Alberich, se encuentra forjando una espada dentro de su cueva, en el bosque. El enano nibelungo planea recuperar el anillo Andvarinaut para sí mismo, habiendo criado a Sigfrido para que pueda acabar con Fafner para cumplir su deseo. Mime necesita crear una espada para Sigfrido, pero el joven ha destruido todas las armas que se le han otorgado. Sigfrido regresa de su caminata por el bosque y pide que se le revele el estado de sus padres. Mime se ve obligado a explicar que él tuvo que cuidar de Siglinda (Sieglinde) mientras daba a luz pero al final ella murió. Mime muestra los restos de la espada Nothung y Sigfrido le ordena que la repare.
Sigfrido sale de la cueva y Mime entra en un estado de desesperación, ya que las habilidades del enano no son lo suficientemente buenas como para reparar la legendaria espada. Un anciano viandante (que realmente es Wotan disfrazado) aparece repentinamente. El caminante ofrece un concurso de acertijos en el cual cada uno presentará tres y aquel que pierda dicha prueba perderá su vida. Mime acepta el reto, con el propósito de deshacerse del invitado no deseado. El enano pregunta el nombre de las razas que viven bajo la tierra, sobre ella y en el firmamento. Wotan responde que son los nibelungos, los gigantes y los dioses. Luego el anciano hace sus tres preguntas: ¿Cuál es la raza más amada por Wotan pero la peor tratada? ¿Cómo se llama la espada que puede derrotar a Fafner? ¿Quién puede forjar tal espada? Mime contesta que la raza es la de los welsungos (Wälsungen) y la espada es Nothung. Sin embargo, Mime no sabe contestar a la última pregunta, pero Wotan le perdona la vida y le revela que «sólo aquel que no conoce el miedo» podrá reparar la espada, y agrega que, además, dicha persona tomará la vida de Mime.
Sigfrido regresa y se molesta por la falta de progreso de parte de Mime. Mime deduce que lo único que nunca enseñó a Sigfrido fue el miedo. Sigfrido se muestra ansioso por conocer dicha emoción y por lo tanto el enano le promete llevarlo ante Fafner, el dragón. Como Mime no puede forjar Nothung nuevamente, Sigfrido decide intentarlo por cuenta propia y tiene éxito. Mientras tanto, Mime prepara un veneno que usará para matar a Sigfrido en cuanto el joven haya derrotado al dragón.
Acto II.
El viandante (Wotan) aparece ante la entrada a la cueva de Fafner, donde Alberich también se ha sentado a esperar al dragón. Ambos se reconocen mutuamente y Alberich declara sus planes de dominar el mundo una vez el anillo le sea devuelto. Wotan afirma que su intención no es recuperar el anillo. Sorpresivamente Wotan despierta a Fafner y le comunica que un héroe se aproxima y este luchará contra el dragón. Fafner no le da mucha importancia y se rehúsa a entregar el anillo a Alberich y termina durmiéndose nuevamente. Wotan y Alberich se retiran.
Sigfrido y Mime llegan a la cueva al amanecer. Mime decide mantenerse a distancia mientras Sigfrido se acerca a la entrada de la cueva. Mientras el guerrero espera que el dragón aparezca, ve un ave reposando sobre un árbol. Sigfrido juguetea con el animal e intenta reproducir su canto utilizando una flauta, pero le resulta imposible. Luego el héroe toca una balada utilizando su trompa, lo cual acaba de despertar a Fafner. Después de una breve conversación, Sigfrido y Fafner luchan entre sí y Sigfrido ensarta a Fafner justo en el corazón con la legendaria Nothung.
En el último momento de su vida, Fafner descubre el nombre de Sigfrido y le advierte de una traición. Cuando Sigfrido se prepara a retirar su espada del cuerpo del dragón, se quema con la sangre y por instinto pone su mano sobre su boca. Al probar la sangre de su contrincante, descubre que puede entender lo que el ave está cantando. Sigfrido sigue las instrucciones del pájaro del bosque y así adquiere el anillo y el Tarnhelm de entre el tesoro de Fafner. Mime reaparece y Sigfrido se queja que aún no sabe qué es el miedo. Mime no deja de aprovechar la oportunidad y ofrece una bebida envenenada al héroe. Sin embargo, la sangre del dragón permite que Sigfrido lea los pensamientos del nibelungo y, por lo tanto, el guerrero acaba con la vida de Mime.
El Viandante (Wotan) interroga a Mime.El ave canta sobre una mujer que yace sobre una roca, rodeada por una llama mágica. Sigfrido decide buscar a la mujer para ver si ella le puede enseñar algo sobre el miedo.
Acto III.
El viandante se encuentra en el camino que va hacia la roca sobre la cual yace Brunilda. Wotan llama a Erda, diosa de la tierra. Erda aparece, un tanto confundida, y no sabe qué decir. Wotan le informa que ya no teme el fin de los dioses y que es algo que ahora añora. El legado de Wotan quedará en Sigfrido, los welsungos y en Brunilda. Dicha raza y los dos héroes trabajarán juntos para mejorar el mundo. Erda se retira.
Sigfrido llega a donde se halla Wotan (quien aún está disfrazado como un caminante) y el dios lo interroga. Sigfrido no reconoce a su abuelo (Wotan es el padre de los padres de Sigfrido, Sigmundo y Siglinda) y sus respuestas son un tanto insolentes. El héroe decide continuar su marcha hacia Brunilda y el viandante bloquea su paso. Sigfrido destruye la lanza de Wotan con un golpe de la legendaria Nothung. Wotan recoge las piezas de su lanza y desaparece.
Sigfrido atraviesa el aro de fuego y se postra frente a Brunilda. Inicialmente cree que la figura corresponde a un hombre, pero una vez le quita la armadura, descubre que es una mujer. Sigfrido no sabe qué más hacer y, por fin, este sentimiento de duda le provoca miedo y sin saberlo acaba besando a Brunilda, lo cual la despierta. El amor por Sigfrido acaba de apoderarse de la valquiria, quien renuncia a todo lo relacionado al mundo de los dioses. Juntos, Sigfrido y Brunilda proclaman que portarán el amor y se reirán de la muerte.

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