Cada jueves por la mañana me levanto como las gallinas escuchando ladridos de perro y me pregunto ¿qué pasará? A Agusta le debe intrigar igual que a mi porque desde que abro la puerta del jardín corre hasta el borde de la casa para otear el horizonte y ladrar de vez en cuando, imagino que contestando a los lamentos de los pobres perros que ruedan hacinados en los carricoches de los cazadores. Claro, sí, siempre caigo ¡es jueves y hay cacería...! dichosa veda.
¿Les había dicho ya que no me gusta la caza?
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