Cuando el COVID, lagarto lagarto, Djokovic se negó a vacunarse y salió llorando por las esquinas con aquel egoísta numerito patético para que lo dejaran competir en Australia. Y no, la ley está hecha para todos, Australia dixit.
El inefable Puigdemont, erre que erre, amenaza con entrar hoy en España, montar un circo con los acólitos que le quedan y, con más pena que gloria, boicotear la investidura del nuevo President, el mismo salido de las urnas en las últimas elecciones catalanas.
¿En qué se parecen Djokovic y Puigdemont? Pues en eso, sí.
Bueno, uno juega muchísimo mejor al tenis.
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