jueves, 22 de agosto de 2024

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Tres frases que parecen inocentes, pero no lo son: no dicen nada bueno de quien las pronuncia, según tres expertos
El lenguaje condiciona la actitud que las personas adoptan a la hora de afrontar distintas situaciones, tanto en el ámbito laboral como personal. Tres expertos analizan las tres peores frases que se pueden decir para conseguir una carrera laboral satisfactoria.
Rubén Andrés, 15.08.2024
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El lenguaje que se utiliza es importante porque predispone y define los estados mentales con los que se afrontan los retos y tareas. Como apunta el psicopedagogo Boris Gindis, el lenguaje es la función psicológica que interviene en todas las demás capacidades como la percepción, la memoria, la cognición y el comportamiento orientado hacia el objetivo.

Es decir, usar un determinado tipo de lenguaje puede motivar a las personas a seguir un objetivo o, por contrario, contribuir a desincentivar el esfuerzo para lograrlo. Tres expertos en lingüística, psicología y dirección de empresas compartieron con CNBC las tres frases que deben evitarse a toda costa si se quieren alcanzar objetivos y superar retos profesionales.
 

Es lo que hay

No hay una frase que mejor defina la resignación a lo establecido que “es lo que hay”. Aunque esta podría parecer una coletilla neutral a una situación inevitable, su uso a menudo transmite una falta de interés por mejorar o falta de compromiso para superar los retos que se presentan.
En una entrevista en el podcast Unconfuse Me de Bill Gates, John McWhorter, escritor y profesor de la Universidad de Columbia, explicó en que esta frase acostumbra a emplearse cuando en realidad se quiere decir 'No me importa'. "La primera vez que alguien me dijo eso me había pasado algo desagradable, y me dijo: 'Bueno, es lo que hay'. Más tarde lo analicé y pensé: 'Qué forma tan maravillosamente fría de decir: tus problemas no me importan'", aseguraba el profesor.
Como apunta McWhorter, usar esta frase puede percibirse como una actitud pasiva y derrotista de resignación ante algo por lo que no se va a mover un dedo por cambiar. Eso generará una imagen negativa en los demás.
En su lugar, la psicóloga Cortney S. Warren formada en Harvard recomienda utilizar una frase con connotaciones más proactivas y comprometidas. Algo como "tengo que ver la realidad tal como es, incluso si no es lo que quiero, para poder seguir adelante". Este enfoque reconoce la dificultad de la situación, pero no se rinde ante ella y denota disposición para superarla y avanzar.

Así es como siempre lo hemos hecho

¿Imaginas cómo sería el mundo en la actualidad si los empresarios textiles durante la Revolución Industrial hubieran dicho esa frase a los inventores de la máquina de vapor? Usarla en el entorno laboral, e incluso en el entorno personal, denota una falta total de flexibilidad y una nula capacidad de adaptación a nuevos escenarios.
Esta actitud inmovilista choca frontalmente con un periodo de cambios profundos en materia laboral como los que se están produciendo en la actualidad con los nuevos modelos de trabajo remoto o híbrido y la inminente llegada de la IA al mundo laboral.
Jason Buechel, CEO de Whole Foods propiedad de Amazon, desataca que la mayor señal de alerta en un empleado es cuando se muestra reacio a aceptar nuevas ideas o métodos, aferrándose obstinadamente a prácticas antiguas. “Apegarse a una forma de hacer las cosas, o no considerar los puntos de vista de otras personas, puede obstaculizar significativamente su crecimiento y obstaculizar su empresa”, asegura el ejecutivo.
Andy Jassy, CEO de Amazon, reconoce ser un enemigo acérrimo de la actitud inmovilista que sugiere esta frase, y apuesta por no estancarse jamás para continuar creciendo profesionalmente. Jassy asegura que mantener la curiosidad y estar abierto a nuevas oportunidades no solo es beneficioso para el crecimiento personal, sino que también es esencial para mantener la relevancia en un entorno de trabajo en constante evolución.

Nunca podré hacerlo. ¿Para qué molestarse?

Afrontar una tarea que se percibe como imposible es el primer paso para no hacerla y la principal puerta de entrada a la procrastinación. Asumir que la tarea es imposible de entrada no solo refleja una actitud derrotista, sino que menosprecia las habilidades y capacidades personales asumiendo que son limitadas y no pueden mejorar.
La profesora en psicología de la Universidad de Yale, Emma Seppälä, sostiene una postura cercana a la Andy Jassy o Bill Gates, apostando por una evolución constante de las habilidades y mejorar en nuevas áreas, independientemente de la edad o la experiencia.
Este cambio de perspectiva no solo resulta mucho más constructivo, sino que también contribuye a mejorar la motivación y la resiliencia, ayudando a las personas a superar desafíos que parecían imposibles.

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