¿Qué dirían hoy los filósofos, psicólogos, psiquiatras, sociólogos y demás al ver en lo que los teléfonos móviles nos han convertido? Ya no podemos salir en coche sin el móvil "por si nos pasara algo", ni olvidarnos el móvil en casa si salimos un rato a pasear, ni dejar de comprobar qué ha pasado en las redes, ya sea caminando mirando al aparato como un bobotonto, en el cine, en el teatro, en un concierto... Cualquier momento es bueno para saber qué comen nuestros conocidos, verles sus pies frente al mar, la pantalla del vuelo que van a tomar (y de camino avisar a los ladrones de que la casa se ha quedado sola y a su disposición), el peluco dorado que se han comprado o el coche con el que posar cual hortera de catálogo. Las redes sociales nos han vuelto absolutamente imbéciles, ya nada sucede si no se publica. Hemos llegado a la demostración empírica del árbol que cae en el bosque y no sabemos si hace ruido porque nadie está ahí para escucharlo.
Los políticos nos engañan, los periódicos nos manipulan y las redes sociales nos idiotizan.
Al final volvemos a los animales, siempre a ellos.
Oía una reflexión sobre el porqué los perros viven tan poco años: nosotros, los humanos, necesitamos toda esta larga vida para aprender, ellos vienen aprendidos ya y, además, con lo mejor que nos da la naturaleza: amor, amistad, dedicación, lealtad... ¿alguien da más?
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