¡Qué calor hace en Santa Cruz! Encendí el aire acondicionado del dormitorio un rato y a los pocos
minutos, con el cuarto ya fresco, el aparato empezó a gotear rítmicamente. Nada, lo apago e intento olvidarme del ritmo de las gotas, primero rápido y, poco a poco, espaciado hasta que me dormí o dejó de gotear. Me desperté sudoroso.
minutos, con el cuarto ya fresco, el aparato empezó a gotear rítmicamente. Nada, lo apago e intento olvidarme del ritmo de las gotas, primero rápido y, poco a poco, espaciado hasta que me dormí o dejó de gotear. Me desperté sudoroso.
Ya en la oficina, escuchando música de Tchaikovsky, en este día que empieza como si de otra noche de Walpurgis se tratara. De lo bueno lo mejor, 16° al llegar a La Esperanza.
leo que un personaje de revistas del corazón muere de un infarto con 46 años, ironías del destino sólo un par de semanas después de la repentina muerte de su padre. No la conocía, no me une nada a esa familia, pero por no-sé-qué me ha dado pena. 46 años, infarto, no es justo. Un amigo me recordaría ahora mismo que seguimos en guerra y las balas silban cada vez más cerca. Sí, un poco cenizo es mi amigo, no lo negaré.
He empezado a leer Drácula, quiero volver a disfrutar del viaje a Londres, como así lo hago cuando releo la primera parte de Los Miserables o el delicioso comienzo de Historia de dos ciudades. Leer buena literatura siempre es un gran placer. Literatura, ahora que todo el mundo escribe, ahora que revisitamos el Renacimiento sin ninguna vergüenza.
Se acerca septiembre, se acaba el verano. Vuelven los colegios, vuelve el tráfico, sigue el viento. Empieza la temporada de la Sinfónica en la calatravada, se acercan las óperas y mis primeros días sueltos de vacaciones.
Sé que no se puede echar de menos algo que no se conoce, pero les juro que yo echo de menos mi jubilación.
A ver cómo se da el día.
♫
Tchaikovsky, *Hamlet, Overture-Fantasia, Op. 67
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