Cual Neo en Matrix, esquivé las balas como pude, sonriendo educadamente, escuchando desde "no me gustan las casas con cuadros" hasta "me ha gustado su casa"; el espectro completo, sin duda. Vuelve la casa a la normalidad donde se entremezclan sensaciones contradictorias, donde aún ganan las desagradables, a pesar de ser yo el que decide cambiar de vida. Mi cabeza se empieza a llenar de cajas, vacías y llenas, grandes y mayores; cajas y más cajas como el agua del Aprendiz de Brujo. Las cajas se multiplican descontroladamente, comienzan a llenar el salón, la cocina, el jardín, el dormitorio, el despacho... mientras intento sacar la cabeza para poder coger aire antes de despertarme ahogado en cartón.
Esto también pasará, me repito.
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