sábado, 1 de abril de 2023

AND THE WINNER IS


Los chats se han convertido en parte inseparable de nuestra vida de una forma o de otra. Es ya muy raro ver a alguien joven que no vaya mirando su teléfono por la calle, ya nadie conversa ni se fija en el entorno, menos aún si camina solo. Todos hemos caído en la dictadura del Whatsapp, nos debemos a ella, no cabe ya la opción del libre albedrío, de decidir si contestamos o no, si hacemos caso a lo que leemos o nos dedicamos a otra cosa y si te he visto no me acuerdo. Estamos obligados, parece que debemos plegarnos a una ley no escrita: pase lo que pase, leas lo que leas, debes contestar sobre la marcha. Da igual que no te interese, que te escriba el mismo que en otra ocasión te ha dicho que le estresan los chats, que no quieras volver a hablar de lo mismo, que te cree desasosiego un determinado tema o, simplemente, no que te apetezca contestar sin motivo específico alguno. No, tú ya no eres importante, tú ya no decides, no seas ingenuo. El móvil, la inmediatez de la comunicación, la pérdida absoluta de la vida privada, del aislamiento voluntario, de la introspección escogida, he aquí los ganadores de la partida. Da igual que una vez hayas visto la luz y te dieses cuenta de que las conversaciones a través de este medio están llenas de malentendidos, de trampas y que una cosa se convierte en otra como por arte de magia.
Magia negra, me temo.

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