Esto se parece a cuando acabé la carrera y no existían en mi vida los fines de semana, trabajaba de lunes a lunes, no sé si por la euforia de empezar mi vida profesional, por el interés de independizarme económicamente, por querer volver a NY en cualquier momento o porque, simplemente, estaba tarado. De mis años en la universidad recordaba esta mañana -a saber qué sueño tuve anoche- el caldo de papas y millo que almorzaba en casa de mi tía, que lo fue, y que me hace recordar esos años, esa vida, cuando vuelvo a saborearlo. Hoy, domingo, terminando mis pseudovacaciones de Semana Santa, me siento a trabajar otro rato después de haber cocinado esta receta en la Thermomix, que no es lo mismo pero ¿qué más da si está bueno el caldito? Cebolla, ajo, cilantro, millo y sólo un par de papas pequeñas, por aquello de la línea de flotación, que sigue baja, no vamos a engañarnos, ya tengo el almuerzo para hoy. Después, barriguita llena, estoy en una dicotomía dominguera de prelunes: tirarme a la bartola o trabajar.
Por lo pronto, siendo casi las 12 del mediodía, voy a terminar un par de planos atragantados y antipáticos. Luego ya veremos.
Sin leer entre líneas, esta mañana me sirve de fondo musical la ópera de Offenbach "Orfeo en los infiernos".
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