España es un país de mierda en algunos aspectos, la prensa del corazón y lo que la rodea es uno de ellos, me pone enfermo. Aunque uno intente aislarse de toda ese fango -¿no se supone que es voluntario saber o no saber sobre estos asuntos frívolos?- es harto difícil, ya te bombardean con las mismas noticias hasta los periódicos supuestamente serios.
Compraba en el aeropuerto, el domingo, un HELLO! para mi madre, por aquello de los últimos coletazos de la muerte de Isabel II, el nuevo rey, etc., cuando la vendedora me pregunta:
> ¿Sabe que es en inglés?
> Sí, le respondí.
> ¿Y ahora cómo se va a enterar de cómo le va a Tamara? Me volvió a decir.
La inefable Tamara, hasta en la sopa, y nos quejábamos del trajín de la reina muerta. Para vomitar. Pobre novio el que tenía, no sabe de la que se ha librado con tremenda petarda, escondido en su casa como si de un delincuente se tratara.
Y sí, sé que contribuyo a esta basura si escribo esto, pero ¿qué hace uno cuando le duele la bilis?
PD. Para muestra un botón: noticia en EL PAÍS online esta mañana. Palabrita.
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