Cómo somos las personas ante una enfermedad o síntoma de ella, como de la noche al día. Tenemos al modelo hipocondríaco, al que todo le afecta, al que todo le teme, pero que lo lleva dentro, callado; también el modelo juglar, el que lo cuenta, lo canta, el cabizbajo agazapado y avizor, al que te cruzas por la calle y estás muerto. Por otro lado el tipo contrario, aquel que siempre está lozano, salud de hierro, ninguna patología, feliz como una perdiz; verdadero o falso. Otro caso, el compungido, ese grupo de gente que siempre parece que se les apaga la velita la velita, décimas encima, ojos semicerrados y debajo de la manta, "rarillos". O sea, como en botica, para todos los gustos y los disgustos.
¿A qué viene esta chorrada hoy? Sencillo, me he despertado con un ataque de alergia que no de alegría -aunque también, quizá, a saber- que me ha convertido en el hombre estornudo o, como hubiera dicho Quevedo, érase un hombre a un pañuelo pegado. Y que conste que no me quejo, cosas muchísimo peores las hay, ¿o no?
¡Buenos días!
♫
Verdi, Nabucco.
*Si finga ... tremin gl'isani del mio furore!
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