Andaba yo esta mañana tomando el primer café del día cuando me percaté que mi dedo índice se movía rítmicamente sobre el poyo de acero de la barra del bar. ¿Qué es esto que estamos escuchando? le pregunté presto al camarero. Una de esas que están de moda ahora, creo que Rosalía. ¡Horror! pensé, Rosalía.
Recordé justo en ese instante cómo ayer, en el supermercado del pueblo, de esos que tienen música de fondo que se repite una y otra vez -pueden imaginarlo en Navidad-, me vi paseando con el carrito vacío tarareando una canción, otra que tal, la última que España presentó a Eurovisión.
No, no, esto no está bien. Poco a poco esta música entra en tus oídos, como si nada, agazapada, hasta que ya no hay marcha atrás. Entonces eché mano, como el Recio, a mi mecanismo de defensa ancestral, imaginar la buena música.
Como ésta.
¡Uf! por un momento me imaginé reguetonero, aunque sin cadenas de oro.
Buenos días.
♫
Chopin, *Scherzo No.2, Op. 31.
No hay comentarios:
Publicar un comentario