Soy pelirrojo, aunque ahora ya no se me note demasiado; años y canas, sí. Cuando era pequeño mi cara y mi pelo eran como el de la fotografía, pecoso y rojo brillante, precioso diría ahora, pero durante aquellos años ser diferente no era fácil: potaje de lentejas, Pollyana y muchos nombres más me pusieron mis queridos compañeros de colegio cuando el bullying era algo normal y en absoluto perseguido. Con los años llegaría la moda de los niños pelirrojos en la publicidad y esta diferencia pasó a ser un plus. ¡Bien!, pensaba yo, qué bueno ser distinto. Son los años en los que se forja tu personalidad y uno se defiende de lo que la vida le da y le quita como puede, y ahora soy el resultado de aquellos años, no me quejo en absoluto.
Leo ahora que los pelirrojos somos, efectivamente, seres mutantes y me siento orgulloso de ello. Quedan ya muy atrás los años de colegio, afortunadamente, de los que conservo algunos buenos amigos, cultura y poco (nada) más.
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La mutación genética que hace que los pelirrojos perciban el
ambiente de forma distinta
Aunque tienen la piel más débil, son capaces de producir más
vitamina D en menos tiempo y resisten mejor al frío.
En Holanda tienen un día conmemorativo y en Melbourne, una marcha del
Orgullo. Y no es para menos. La probabilidad de nacer pelirrojo es
marcadamente baja: las personas con ese color natural de pelo no superan el 2%
de la población mundial. A pesar de que algunas teorías erróneas han anunciado
su extinción por el cambio climático, quienes tienen cabello anaranjado, pecas
y piel clara pueden tener motivos para reivindicar la variación genética que les hace únicos.
Aunque en el pasado lucir un pelo parecido al fuego
suscitaba prejuicios religiosos, al relacionarlo con el pecado y el diablo, hoy
los pelirrojos pueden explicar el origen de sus excepcionales rasgos gracias a
la ciencia. En el año 2000, se identificó la mutación del gen receptor de melanocortina 1 (MC1R),
responsable de que algunas personas tengan el pelo anaranjado. Aquí la
explicación: solo cuatro o cinco variantes de
este gen impiden producir la eumelanina —que es la forma más común
de la melanina y da el color marrón al pelo— a favor de promover la producción
de feomelanina, que aporta el tono rojo.
"El color es un efecto secundario de una variación
genética que permite interaccionar con el ambiente. Por ejemplo, se asocia a la
síntesis de melanina, el pigmento que determina el color del pelo y de la piel.
Físicamente vemos una de las pocas diferencias genéticas que hay, y resulta
curioso ver sus implicaciones en cómo perciben estas personas el
ambiente", explica el biólogo David de Lorenzo,
director del área de genómica personal de Nimgenetics.
Su piel está menos protegida, pero producen más vitamina D
Una de las principales características de la población
pelirroja es su mayor capacidad para sintetizar vitamina D, fundamental en la
formación de los huesos, explica la bióloga doctora en Genética y editora de la
revista Genética Médica News, Amparo Tolosa: "El déficit de vitamina D
se relaciona con mayor riesgo de enfermedades como la osteoporosis o el
raquitismo, la depresión y las enfermedades cardiacas. Las personas pelirrojas,
al igual que el resto de personas con piel más clara, tienen menor capacidad
protectora de su piel por parte de la melanina y reciben una mayor dosis de
radiación UV. Para una misma exposición al sol, producen más vitamina D que las
personas de piel más oscura y, por lo tanto, necesitan un menor tiempo de
exposición".
Esta diferencia podría explicar que sea en el norte de
Europa —en países como Irlanda, Reino Unido, Holanda, el norte de Alemania,
Noruega e Islandia— donde más pelirrojos hay. "Es un
'superpoder", señala De Lorenzo y apunta a la probabilidad de que
"hace miles de años hubiera una selección positiva hacia los portadores de
estas variantes genéticas, lo que explica la relativa frecuencia de personas
pelirrojas en el norte europeo".
Pero lo que puede ser todo un "superpoder" en un
entorno, puede ser una debilidad en otro: "En el sur de Europa, con una
mayor radiación, esa característica implica
exponerse a quemaduras solares", continúa De Lorenzo. De
hecho, la delicada dermis de los pelirrojos se relaciona con el aumento del riesgo a sufrir
melanoma.
Un termómetro corporal
La mutación genética que les hace tener el pelo de color
rojo y la piel delicada también parece hacerles más sensibles a los cambios de temperatura.
Así lo apunta una investigación de la Universidad de Louisville (Kentucky,
Estados Unidos) que, tras comparar la sensibilidad al dolor térmico en 30
mujeres pelirrojas y 30 mujeres morenas, detectó que las pelirrojas comenzaron
a sentir dolor alrededor de los 6ºC, mientras que aquellas con cabello más
oscuro no comenzaron a notarlo hasta que la temperatura rozó la congelación. El
equipo de investigación concluyó que el gen MC1R puede provocar que la
respuesta de detección de temperatura de una pelirroja hace que sean más
sensibles al frío.
Aunque parezca una desventaja, en realidad los hace más
resistentes al frío, aclara De Lorenzo: "Ser sensible al frío en una
oficina puede ser un problema, porque al ponerse en marcha el aire
acondicionado, los primeros que lo van a sufrir son los pelirrojos, pero en un
ambiente de clima cambiante pueden ser las primeras personas en notarlo y
evitar el enfriamiento, a diferencia de los demás. Es un ejemplo de cómo la
genética modula el ambiente que percibimos".
Podrían ser más resistentes al dolor
Otros estudios, como el realizado en 2003 por la Universidad
McGill, concluyen que las mujeres pelirrojas pueden
tolerar hasta un 25% más de dolor. No es el único, un trabajo de la
Universidad de Oslo también apunta a que las pelirrojas sienten menos dolor
cuando se pinchan. También las hay, como la de la Universidad de Louisville,
que apuntan a que son más difíciles de sedar en los quirófanos y que necesitan un 20% más de anestesia general durante la
cirugía.
El problema, explica Tolosa, es que se trata de trabajos
realizados sobre muestras de población muy pequeñas y que "la
característica de ser pelirrojo muchas veces es autoevaluada, lo que lleva a
que pueda haber un sesgo porque algunas personas tienden a exagerarlo".
Por eso, continúa la experta "algunos investigadores destacan que los resultados de los diferentes pequeños estudios han
sido reconocidos como erróneos al realizar ensayos con mayor poder
estadístico". Y sentencia: "no hay suficientes estudios científicos
para poder concluir si hay relación o no".
Y ellos tener menos probabilidades de padecer cáncer de
próstata
Por su parte, los hombres pelirrojos podrían tener la
ventaja de estar más protegidos frente al cáncer de próstata:
"La reducción del riesgo y el mecanismo de protección en este proceso
tumoral se da por encontrarse mediado por la vitamina D, mientras que el
aumento del riesgo de otros cánceres, como el melanoma, se produce por ser
independientes de la vitamina D y más dependientes del daño oxidativo, que
aumenta en los pelirrojos", concluye recalca De Lorenzo.
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