Odio los lunes. Sí, lo sé, soy muy poco original, ya lo dijo Bob Geldof y quién soy yo para contradecirle. Una noche, la del domingo al lunes, en la que duermo fatal siempre, que me levanto sin despertador y donde no paro de mirar el reloj que está colgado sobre el dintel de la puerta de mi despacho. Un día donde las reuniones se hacen el doble de pesadas, donde cierran los restaurantes y cuesta almorzar fuera con los amigos, donde se ve el viernes muy lejos, donde el azul del cielo es grisáceo.
Definitivamente sí.
Rosalía, *Malamente.
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