Yo fumaba, hace ya muchos años, quizá viente. Cuando lo hacía, y viajaba, recuerdo perfectamente la sensación de fumar en Manhattan, era como transgredir una norma, sentías cómo la gente te miraba. En el Downtown era fácil ver en las esquinas de los edificios de Wall Street, bajo 0, a los trabajadores apelotonados en las esquinas fumando, compartiendo vicio, observados y señalados por los demás neoyorquinos.
Hoy trabajo en casa y acabo de llegar de tomarme un café en un bar cercano. Allí compartía barra con un hombre, calculo que debía tener cerca de 35, uno más uno menos, y se quejaba con gran vehemencia poruqe, decía, se estaba tragando el humo de un fulano que fumada fuera del bar, en la puerta, ¡pero no a 30m de ella! como parece marca la norma. Lo insólito es que, en su perorata, le decía a la camarera que él también fumaba pero nunca en lugares donde estaba prohibido.
¿Qué pasaría si en Estados Unidos decidieran empezar una campaña contra el alcohol como la han hecho estos años contra el tabaco? La respuesta es sencilla, bajaría considerablemente el número de bebedores. Fumar es anatema hoy, el alcohol aún no, si fumar fue chic en su día, beber aún lo sigue siendo. ¿Quién no tiene grabadas estas palabras en su cabeza? El cine está lleno de estas frases, repetidas hasta la saciedad hasta formar parte de nuestras vidas: ¿me preparas una copa? ¿quieres una copa? ¿una copa? ¿te sirvo una copa? ¡sírvete una copa! ponme una copa, ¡necesitas una copa! ¡ahora necesito una copa!... Tanto en el cine como en la literatura los personajes son como los peces en el río, beben y beben y vuelven a beber. Al final, menos el béisbol, ¿alguien duda que nos hemos vuelto americanos?
PD. Si les apetece leer un estupendo ensayo sobre la influencia americana en el mundo no dejen de leer el libro de Verdú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario