¿Cómo afecta tener vacaciones (y no tenerlas) a nuestra
salud?
Distintos estudios científicos han demostrado diversos
beneficios para la salud del descanso. Pero, ¿cuánto duran sus efectos?
https://elpais.com/elpais/2018/07/23/ciencia/1532344488_747455.html
Como cada año en época estival, millones de españoles
cogerán vacaciones para descansar del trabajo, relajarse y disfrutar del tiempo
libre. La amplia mayoría de los que planean viajar (en torno al 50%-60% de la
población), elegirá quedarse en España para pasar las vacaciones mientras menos
del 10% saldrá al extranjero para tal propósito. Aparte de viajar, salir a
restaurantes, ir al cine o de compras y hacer visitas culturales son las
actividades más populares durante las vacaciones de verano en nuestro país.
En un mundo cada vez más acelerado, con el estrés crónico
como uno de los grandes males de nuestro tiempo, desconectar de la estresante
rutina laboral e invertir tiempo en nosotros mismos y nuestras aficiones se
presenta ante nosotros no solo como algo extremadamente deseable sino también
como una estrategia "terapéutica" para nuestra salud mental. Incluso
tenemos una expresión para representar su efecto: "Cargar las pilas".
Pero, dejando a un lado nuestras percepciones (que pueden ser engañosas), ¿qué
dice la ciencia sobre los efectos de las vacaciones en la salud de las
personas? ¿De verdad son beneficiosas para nosotros? Y, de ser así, ¿cuánto
duran sus efectos?
Probablemente, el beneficio más inmediato y fácil de
reconocer de las vacaciones sea la disminución de los niveles de estrés durante
su transcurso en comparación con la rutina laboral. Puede sonar a perogrullada,
pero hay estudios que se han enfocado en este asunto para conocerlo con más
detalle, como uno realizado por la American Psychological Association y
otro en 87 obreros manuales. Los resultados
coinciden en que los niveles percibidos de estrés durante las vacaciones eran
sensiblemente inferiores a los de la jornada laboral normal.
Además, en obreros, este efecto se mantenía durante cierto
tiempo tras volver al trabajo pero, transcurrido alrededor de un mes, el estrés
volvía a establecerse como antes de vacaciones. Así, tanto el burnout o
síndrome del trabajador quemado como el absentismo laboral estaba menos
presentes al volver de las vacaciones pero, pasadas alrededor de cuatro
semanas, volvían a la normalidad pre-vacacional. Esta es una tendencia que se
ha observado también en otros estudios. Tanto los sentimientos de felicidad y
bienestar como los niveles de estrés vuelven a sus niveles normales tras la
vuelta al trabajo en un plazo de días a pocos meses. En ese sentido, también el
tipo y la duración de las vacaciones que se cogían los trabajadores influían en
la duración de los efectos beneficiosos post-vacaciones.
Por otra parte, al margen de reducir los niveles de estrés,
las vacaciones también parecen tener cierto papel protector contra la
depresión. En un estudio realizado a casi 900 abogados (profesión
especialmente estresante), se observó que tanto la participación en actividades
de ocio activas como cogerse vacaciones eran importantes para disminuir el
riesgo de depresión. Sin embargo, ninguna de estas variables era capaz de
compensar totalmente los efectos dañinos de tal estresante trabajo. De forma
similar, un estudio realizado con 1.500 mujeres del área rural de Wisconsin
comprobó que aquellas que se iban de vacaciones con una frecuencia menor a una
vez cada dos años tenían más riesgo de sufrir depresión que aquellas que cogían
vacaciones al menos dos veces al año. Otro estudio sobre 1.400 individuos
también encontró hallazgos similares. A través de una encuesta, se observó que
las actividades de ocio (incluyendo las vacaciones) ayudaban a tener más
emociones positivas y menor riesgo de depresión clínica.
En cuanto a la salud cardiovascular, varios son los estudios
sobre miles de personas que han evaluado el papel de las vacaciones en este
aspecto. Así, el emblemático estudio Framingham (un estudio
de seguimiento sobre miles de personas durante décadas sobre
factores de riesgo cardiovascular, que sigue vigente en la actualidad) detectó
que los hombres que no se cogían vacaciones durante varios años tenían un 30 %
más de probabilidades de sufrir ataques al corazón que aquellos que sí. Además,
las mujeres que sólo cogían vacaciones una vez cada 6 años o menos tenían ocho
veces más riesgo de padecer una enfermedad coronaria o un ataque
cardíaco en comparación con las mujeres que se iban de vacaciones por lo menos
dos veces al año.
Similares resultados se han encontrado en otros estudios,
como otro publicado en el año 2000 a partir
de un seguimiento durante 9 años de más de 12.000 hombres con un elevado riesgo
de enfermedad coronaria. Aquellos hombres que no se tomaban vacaciones cada año
tenían un riesgo de morir incrementado en un 21% por todas las causas de muerte
y un incremento del 31% del riesgo de morir por ataque cardíaco.
Aunque los resultados de los estudios poblacionales tienen
evidentes limitaciones, como la dificultad para asociar causas y efectos (por
ejemplo, aquellos que cogen menos vacaciones podrían ser más pobres y por tanto
con una salud y/o atención médica más precaria), son múltiples los indicios del
papel beneficioso de las vacaciones para la salud. Por si fuera poco, también
se han visto efectos positivos en la productividad, en la creatividad, en las
relaciones con otras personas y en el sueño.
En definitiva aunque los beneficios para las vacaciones en
nuestro estado de ánimo y niveles de estrés sean pasajeros y se desvanezcan al
poco tiempo de volver a la rutina del día a día, múltiples estudios indican
que, aun así, parece que hay beneficios para la salud a largo plazo que
persisten. No está de más tenerlo en cuenta cuando lleguemos a septiembre y
recordemos con nostalgia esas vacaciones que tan rápido han pasado.
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