El discurso episcopal de Casado
El presidente del PP no puede trasladar sus creencias
religiosas a un programa político.
https://elpais.com/elpais/2018/07/28/opinion/1532790908_822982.html
Desde la época de la transición democrática se ha producido
en España una complicidad de la derecha política con la jerarquía católica y
sus organizaciones conservadoras en cuestiones relacionadas con el origen y el
final de la vida, los modelos de familia, los derechos sexuales y
reproductivos, la teoría de género, la violencia contra las mujeres, la
enseñanza de la religión confesional en la escuela, la educación para la
ciudadanía, la ley de la memoria histórica, la actitud ante la dictadura de
Franco, etcétera. Se ha producido una unidad indiferenciada en sus
planteamientos hasta el punto de que resulta difícil distinguir las opiniones
de una y otra, ya que ambas se rigen con frecuencia por la más rancia moral
católica.
Durante los Gobiernos socialistas, derecha política y
jerarquía católica coincidieron en las críticas contra leyes que ampliaban
derechos humanos, avanzaban en la separación Iglesia-Estado y defendían la
igualdad efectiva y la justicia de género, llevándolas incluso a los tribunales
y judicializando así la vida política.
La complicidad con tintes fundamentalistas y reaccionarios
ha vuelto a producirse de manera más acusada durante las primarias del PP en el
discurso de Pablo Casado. Incluso, nos atreveríamos a decir que en algunos
temas el nuevo presidente del PP ha ido más allá de los pronunciamientos de la
Conferencia Episcopal. Veámoslo con algunos ejemplos.
Hace suyo el lenguaje de los obispos y utiliza la expresión
“ideología de género” para referirse despectivamente a la teoría de género,
dándole una carga negativa y considerándola falsa. La califica de “colectivismo
social” que la derecha tiene que combatir poniendo a la persona en el eje de su
actividad política. La coincidencia del recién elegido presidente del PP con
los planteamientos del conservadurismo católico se produce igualmente en el
rechazo al aborto y a la eutanasia. Casado se posiciona del lado de la
frustrada contrarreforma de Gallardón, retirada por el propio Gobierno de
Mariano Rajoy. De la proposición de ley sobre la eutanasia, admitida a trámite
por todo el arco parlamentario hace unas semanas con la sola oposición del PP,
dice que es “inadmisible e innecesaria” por los conflictos que genera entre las
familias, las Administraciones, los médicos y la sociedad en general. En su
cruzada ha contado con el apoyo de la organización de extrema derecha católica
HazteOir.
Las declaraciones de Casado sobre la memoria histórica
repiten escolar y miméticamente el argumentario del episcopado. Se opone a las
comisiones de la verdad porque lo que hacen es “abrir costuras y volver a
enfrentar a las dos Españas”. Le parece “absurdo” hablar de lo que pasó hace 40
u 80 años y critica la ley de memoria histórica de Rodríguez Zapatero, porque
no aporta nada al futuro y porque es “sectaria”, valoración que coincide con la
de los obispos que en su día la calificaron de selectiva y excluyente.
En relación con la exhumación de los restos de Franco del
Valle de los Caídos se pone del lado del prior de los benedictinos. Lo que
implica distanciarse de la actitud del presidente de la Conferencia Episcopal y
del arzobispo de Madrid, que han renunciado a interferir en la decisión por
considerar que se trata de un tema que tienen que resolver el Gobierno y la
familia.
Casado afirma que no gastaría un euro en desenterrar a
Franco. Así apoya que un templo católico siga siendo un monumento funerario en
honor del dictador y que los monjes benedictinos continúen ejerciendo la
función de custodios de su tumba. Es una situación que no se produce en ningún
país democrático y en ninguna iglesia cristiana.
Frente a la memoria histórica que exige rehabilitar a las
víctimas de la Guerra Civil y del franquismo, el nuevo presidente del PP
prefiere practicar la amnesia e insultar a la gente de izquierdas llamándola
“carca”, porque pasa todo el día pensando “en la guerra del abuelo” y “en la
fosa de no sé quién”. ¡Qué falseamiento de la historia llamar “guerra del
abuelo” al golpe militar de Franco contra la República! ¡Qué falta de piedad
para con los asesinados vilmente y arrojados a fosas comunes, a quienes
despectivamente califica de “no sé quién”! ¡Qué actitud más miserable hacia las
familias que buscan a sus seres queridos arrebatados violentamente!
Casado se declara católico practicante y está en su derecho.
Lo que no puede es trasladar sus creencias religiosas a un programa político
para toda la ciudadanía.
Margarita María Pintos de Cea-Naharro es teóloga
feminista y presidenta de la Asociación para el Diálogo Interreligioso en Madrid
(ADIM).
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