El triunfo de Donald Trump en esta elecciones presidenciales en EEUU vuelve a dar una lección de democracia, aunque parezca lo contrario; en pocos países con esta tradición democrática tan asentada puede darse un caso extremo, digámoslo así, como éste. ¿Quién hubiera podido pensar que de verdad un personaje como Trump podría convertirse en Presidente de Estados Unidos? Pues sí, no sólo ha sido posible sino que al final ganó. Olvidemos por un momento el complicado sistema electoral, justo o injusto según se mire (en Europa ningún Gobierno puede escupir hacia arriba por estas cosas, ¿recordamos el absurdo sistema español, por ejemplo?), el hecho es que todo el establishment ha sido pro Clinton, desde los medios de comunicación a la banca, y ni aún así ha podido ganar Hillary. El pueblo vota y, al final, es casi lo único que más o menos hace de manera voluntaria y lo que quiere. Ahora, viendo cómo ha pasado todo y encontrándonos con la realidad cara a cara, lo primero que escuchamos es a Hillary Clinton diciendo "tenemos un nuevo presidente, respetémoslo", y a Obama tres cuartos de lo mismo: somos americanos antes que demócratas o republicanos. ¿Dónde se ha visto esto? en España no, desde luego. Si podemos despotricar del presidente hasta las nuevas elecciones lo hacemos, nosotros somos del Madrid o del Barça, del PP o del PSOE, de carne o pescado antes que españoles.
Hoy, con la resaca de las elecciones, podemos leer sin el peso de la duda muchos de los artículos que se han escrito estos últimos meses y, siendo justos, ni Trump es el diablo ni Hillary M;ary Poppins.
Seguiremos expectantes.
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