lunes, 11 de noviembre de 2013

2 CAFÉS CON LECHE. TOTAL 3€

Si la consigna durante los últimos años del Gobierno de Zapatero fue no decir la palabra CRISIS, con Rajoy hemos llegado al esperpento de escuchar ahora, una y otra vez sin papar, que LA RECESIÓN HA TERMINADO, mientras nunca nunca nunca se escuchó la palabra RECORTES, o sea, más de lo mismo. Si algo hay que agradecerle a esta gente es la vasta marea de eufemismos empleados en discursos varios y variopintos. Bueno, más de lo mismo no exactamente; yo, a contracorriente como me ocurrió con mi apoyo a los Controladores Aéreos en su momento, seguiré diciendo que Zapatero ha hecho mucho por el país, aunque finalmente pecara de ingenuo. La historia juzgará acerca de los avances sociales en España, solo por poner un ejemplo. Me temo que la crisis hubiera llegado igualmente como las oscuras golondrinas a pesar de que se hayan encargado de echar sobre sus espaldas todos los males del país. 
En fin... Parece que la macro economía mejora. Yo lo ignoro (ya no me creo nada de lo que me dicen), pero ¿y la economía doméstica, la de andar por casa, la de todos -casi- los españolitos de a pie? Los que tenemos trabajo cada vez ganamos menos, nos retienen más y el horario se amplía pasito a pasito. De los pobres que no tienen trabajo mejor no hablar. 
El PSOE termina su conferencia política eufórico, habiendo sacado en procesión a sus Presidentes y el PP coloca de mascarón a la inefable Cospedal con esa cara de felicidad perpetua que no hay quien entienda. ¿Felicidad por qué? ¿vivirán realmente en España? Yo creo que no (claro que después se tomará un café en Serrano con Ana Mato, Montoro, Wert, Soria y el resto para reírse de nosotros. ¿O acaso lo dudan?).
“¿Fin de la recesión? La gente quiere saber si va a comer”
Este madrileño de 25 años estudió turismo y vive en París. “No me fui, me echaron”, dice convencido.
9 NOV 2013 - 00:57 CET
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/11/08/actualidad/1383944283_686998.html

 “Llegué a París, en siete días tenía un trabajo de recepcionista en un hotel de cuatro estrellas y un salario de 1.700 euros netos”. Eso fue tras enviar 250 currículos en España sin recibir una sola respuesta. Eric Labuske nació en Madrid hace 25 años, estudió turismo, habla cinco idiomas y vive en París. “No me fui, me echaron”, dice convencido. Como Eric, otros jóvenes han salido de España en los últimos años, expulsados por la crisis. Y este exilio ha llevado a algunos de ellos a formar parte de un movimiento que nació hace menos de un año, Marea Granate —en alusión al color del pasaporte— . “Nos dimos cuenta de que éramos muchos emigrantes españoles en distintas ciudades europeas y de otros continentes con algo en común: nuestra huida es forzada. Si no nos vamos, aquí no encontramos ninguna oportunidad”.
Marea Granate está solo empezando. Eric forma parte de la asamblea de París. Las nuevas tecnologías les permiten estar conectados y organizar acciones, como un escrache que le montaron a Mariano Rajoy. “Queremos que haya una coordinación mundial entre asambleas y todo funciona por Internet. Todavía tenemos muchas lagunas. No hay portavoces, intentamos huir de los personalismos. En las asambleas locales no somos más de 25 personas”. Eric participa en Barcelona, esta semana, en unas jornadas sobre el uso de las tecnologías en la emigración que organiza la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y que le ha permitido volver a su país por unos días.  
  Los datos dicen que España ha salido de la recesión: “Es un término económico que se calcula con cifras: ni lo sé ni me importa. No creo que le importe a ningún ciudadano de a pie. Lo que importa es saber si puedes encontrar un trabajo. ¿A quién le dice algo ‘salimos de la recesión’? La gente necesita saber si va a poder comer. El Gobierno utiliza un lenguaje que no hace más que aumentar la distancia entre la ciudadanía y la clase política”. A este joven madrileño se le inyectan los ojos de rabia cuando se acuerda de las palabras de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, quien llamó “movilidad exterior” a la fuga de jóvenes del país. “Obviamente queremos tener la opción de salir fuera, pero que sea una opción no una obligación. La culpa es de la gestión de los Gobiernos. Desde 2008 se han marchado de España más de 700.000 personas censadas”.
Eric dedica parte de su tiempo a Marea Granate: “No porque estemos fuera tenemos que estar apartados de lo que está pasando. Queremos opinar y que se nos escuche. Esto es una fuga de cerebros en toda regla. Han invertido dinero en formarnos y los frutos de nuestra formación se los llevan Francia, Alemania, Australia...”.
Sentado frente a una taza de café con leche recuerda una de las acciones que hizo la asamblea en Londres, tomando una relaxing cup of café con leche el pasado 12 de octubre, mientras que en París celebraron el día de la antihispanidad en una manifestación con fregonas.
La marcha fue traumática para su familia, dice Eric. Pero, de momento, no va a regresar. Ahora trabaja como autónomo en el sector turístico. “Viendo cómo van las cosas, a corto plazo no creo que vuelva. Ni yo ni nadie. La gente no confía en encontrar aquí algo, y si hay algo es con plaza de becario, sin sueldo, en condiciones pésimas”.

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