lunes, 11 de noviembre de 2013

MI HERMANO ESCRIBE DESDE MADRID


Agotado casi el tiempo contemplativo, ay, me recibe una ciudad requintada de basura pero me ofrece, como justa compensación, un último regalo. Y te lo cuento, nunca se sabe. En todo caso, me reporta un íntimo placer comunicarte los felices descubrimientos: ya sabes lo que dicen, todo lo que no se da se pierde. 

Estás y al mismo tiempo no estás allí, porque la delicadeza de su música tiene la capacidad de transportarte, de hacerte viajar a otros ámbitos, a otros sueños. Brad Mehldau toca en solitario, el artista y su instrumento, nada más. Y mientras suenan las cuerdas, tu mente vuela a velocidad vertiginosa, visita laberintos, pulsa fibras escondidas, se destensa, se expande, recuerda, busca, vibra (tu cuerpo también, las butacas son incomodísimas y mi espalda lo lamenta pero en fin).

La poesía que transmite el hombre del piano tiene tal capacidad de evocación que descubres que no son esas teclas las únicas que acaricia. También está tocando las tuyas.

Brad Mehldau Trio, *And I love her.

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