Un asedio legendario
Visita a la fortaleza junto al Mar Muerto en la que los judíos resistieron a los romanos
Joan Garí 19 JUL 2013 - 00:00 CET
http://elviajero.elpais.com/elviajero/2013/07/18/actualidad/1374146351_520427.html
El Mar Muerto, entre Israel y Jordania, es un lago endorreico sobre cuyas aguas Jesucristo o algún otro profeta ambicioso podría volver a caminar con elegancia. Endorreico quiere decir que no evacua agua ni por desagüe ni por infiltración, solo evaporándola. Esta situación, sumada a su riqueza en minerales y una extraordinaria salinidad (del 280%), provoca que ningún ser vivo pueda habitar allí. Sin embargo, la especial densidad de esas aguas muertas es aprovechada por los turistas para fotografiarse flotando como pequeños mesías satisfechos.
Visita a la fortaleza junto al Mar Muerto en la que los judíos resistieron a los romanos
Joan Garí 19 JUL 2013 - 00:00 CET
http://elviajero.elpais.com/elviajero/2013/07/18/actualidad/1374146351_520427.html
El Mar Muerto, entre Israel y Jordania, es un lago endorreico sobre cuyas aguas Jesucristo o algún otro profeta ambicioso podría volver a caminar con elegancia. Endorreico quiere decir que no evacua agua ni por desagüe ni por infiltración, solo evaporándola. Esta situación, sumada a su riqueza en minerales y una extraordinaria salinidad (del 280%), provoca que ningún ser vivo pueda habitar allí. Sin embargo, la especial densidad de esas aguas muertas es aprovechada por los turistas para fotografiarse flotando como pequeños mesías satisfechos.
Para llegar al Mar Muerto desde el interior de Israel hay que atravesar el
desierto de Judea. Esta tierra baldía, donde cualquier signo de vida es un
milagro, es la Tierra Santa que se han disputado las tres religiones monoteístas
durante generaciones y aún ahora constituye un objeto de discordia entre Israel
y Palestina. El lugar ofrece, además, el amplio y apabullante eco de tantos
pasajes de la Biblia. A orillas del Mar Muerto se encontraron los manuscritos o
rollos de Qumrán (se puede visitar una instalación audiovisual alusiva in
situ). Y aquí estaban también las ciudades legendarias de Sodoma y Gomorra,
aunque no se dispone de evidencias arqueológicas al respecto. A escasos cinco
kilómetros de su costa suroccidental, en cambio, se alza un emplazamiento no
menos mítico, pero perfectamente documentado: Masada.
Masada, un término romanizado que en hebreo significa “fortaleza”, es un
macizo espectacular en forma de pirámide truncada, que se alza a 450 metros
sobre el nivel del Mar Muerto. Como este se halla muy por debajo del
Mediterráneo —ya que es, de hecho, uno de los puntos más bajos del planeta—, el
resultado es que Masada solo sobresale unos 60 metros sobre el antiguo Mare
Nostrum. Los usos de este emplazamiento incluyen funciones militares desde antes
de Cristo, pero fue el rey Herodes el que decidió su completa fortificación ante
la amenaza de Cleopatra VII de Egipto. Su conversión en leyenda, no obstante,
tuvo lugar durante la primera guerra judeo-romana. En esa época un grupo de
sicarios (secta hebraica) se hizo fuerte en Masada, capitaneados por Eleazar ben
Yair, y desafió el poder romano. El gobernador de Judea, Lucio Flavio Silva,
decidió asediar la fortaleza. La defensa del sitio, sin embargo, no constituía
un gran problema, puesto que solo había dos rutas de acceso, ambas de fácil
defensa. Los huertos del interior del baluarte proporcionaban además comida
fresca y un ingenioso sistema de excavaciones en las rocas donde almacenaban el
agua de lluvia en cisternas subterráneas. Así pues, comenzó un largo asedio,
cuyos pormenores nos han llegado gracias a la crónica La guerra de los
judíos, escrita por el historiador Flavio Josefo.
Lo que hicieron los romanos fue construir una gran rampa (llamada
agger, del verbo latino aggero, “hacer un montículo”) para
poder quebrar la defensa por el lado occidental. El enorme terraplén, que aún
hoy se puede observar cuando se visita este lugar, formado por miles de
toneladas de piedra y tierra, constituye una de las estructuras de asedio más
formidables de la época. Corría el año 73 después de Cristo cuando la estructura
fue finalizada, tres meses después de haberse iniciado su construcción y tras
siete meses de asedio. A partir de ahí era solo cuestión de tiempo que los
romanos penetraran en la fortaleza.
Una leyenda trágica
Entonces tuvo lugar el hecho que catapultó a los defensores dentro de la
leyenda, y colocó a Masada en la estela de topónimos como Numancia o Sagunto.
Eleazar ben Yair reunió a sus huestes y les propuso darse muerte para evitar ser
hechos prisioneros. Para sortear de alguna forma la prohibición del suicidio en
la religión judía, acordaron que los hombres acabaran con la vida de sus
familias, de manera que solo quedaran 10 con vida. Luego un solo varón, elegido
a sorteo, acabó con la vida de los otros, incendió el fortín y finalmente se dio
muerte a sí mismo.
Esta lucha épica, esta resistencia desesperadamente numantina ante el poder
de Roma de unos pocos judíos acabó por convertir Masada en el lugar mítico que
es hoy en día. Ahora mismo las facilidades para llegar allí por carretera son
notables. Un moderno funicular provee un rápido y descansado ascenso al macizo.
Este pequeño oasis en el desierto es muy frecuentado por escolares o militares
israelíes, ya que forma parte de la mística de la construcción del Estado judío.
Viniendo de Jerusalén, se puede llegar hasta allí cómodamente en autobús, o
negociando el precio con algún taxista local.
No deja de ser una ironía que esta zona del planeta —un mar muerto orillado
por un gran desierto— sea una de las más disputadas en un conflicto eterno. Pero
para eso viajamos: para entender mejor nuestras contradicciones reflejadas en
las de los otros.
Guía. Tour Masada Diamond
Contempla la entrada al parque nacional Masada, funicular de ida y vuelta hasta lo alto de la fortaleza, entrada al museo, mapa y almuerzo por 180 shekels (unos 38 euros).
» www.masada.org.il
» www.goisrael.es
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