Si para Antonio Machado su infancia fueron recuerdos de un patio de Sevilla, para mi lo son mis días en La Mina.
¿Subimos a La Mina?
¿Pasamos el día en La Mina?
¿Vamos el domingo a La Mina?
Mi padre sube a La Mina, ¿nos apuntamos?
La Mina, la finca de mi amigo Germán en la carretera de La Esperanza, bajo un cuartel en la loma de una colina.
La Mina, donde descubrí interminables hileras de higos picos, una bodega oscura y con olor a vino viejo, un establo donde los becerros nos lamían la mano con su lengua áspera, unas enormes arañas en el centro de sus telas, impasibles, un campo de fútbol donde no recuerdo haber jugado nunca o donde pasé mi primera vendimia, a la que tampoco recuerdo haber asistido.
La Mina, donde subir al techo de "la casa" era una aventura y nos sentíamos a hombros de gigantes viendo el mundo desde lo alto; donde pescábamos ranas con cañas dobladas en un estanque verde que suponíamos lleno de tesoros sumergidos.
La Mina, con la "montaña de tréboles" más grande del mundo, coronada por dos bidones que ignoro si alguna vez tuvieron agua en su interior, o con el estanque cubierto al que me daba miedo asomarme y desde donde veíamos acercarse los coches que subían por el estrecho camino hasta nuestros domingos.
La Mina, que primero nos tuvo a nosotros, a nuestros padres, a nuestros amigos y que dio paso, poco a poco, al Arca de Noé: vacas, perros, cerdos, gallinas, abejas...
Mi infancia son recuerdos de aquellos días en La Mina.
1 comentario:
Una mina de recuerdos desde luego. También seguíamos a las mariposas y hacíamos casas-cabañas con lo que encontrábamos a mano.
Germanperro
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