Increíble pero cierto. La ministra española de Sanidad (y del PP, como Dios manda) ha realizado estas declaraciones, dignas de pasar a los anales de la historia, a colación de su polémica ley de fecundación asistida que no amparará a mujeres solas y a lesbianas porque la falta de varón no es un problema médico.
¡Dios mio, ¿qué hemos hecho para merecer esto?!
"No creo que la falta de varón sea un problema médico", fue la
inquietante respuesta que la ministra ofreció a los medios tras la reunión de
este martes del Consejo Interterritorial de Salud. “La financiación pública debe
ser para la curación”, insistió.
En el concepto mercantilista de la sanidad que maneja la ministra, no cabe
por lo visto que los fondos públicos se dediquen a otra cosa que no sea curar a
las personas. Ahora debería explicar públicamente por qué se siguen sufragando
las vacunas de los niños -que podrían asumir sus padres, si es que pueden, debe
pensar la ministra si es consecuente con sus afirmaciones- o por qué se
contempla la cirugía reparadora tras un cáncer, una quemadura grave o un
accidente de tráfico (total, si las víctimas ya no están enfermas, para qué
mejorarles la vida). Por no hablar de que tampoco están enfermas las mujeres que
dan a luz y, sin embargo, se les presta ayuda en el parto. Y no sigo por no dar
ideas.
Pero sí quiero pedirle a la ministra que nos explique por qué, si solo se van
a contemplar razones médicas, sí tendrán derecho al tratamiento aquellas parejas
de hombre y mujer en las que ambos son fértiles pero, por diferentes motivos,
son incompatibles y tienen dificultades para tener un hijo juntos. Me atrevo a
aventurar que se me dirá que esta es la excepción que confirma la regla.
A nadie se le escapa que las excusas de Ana Mato son meramente ideológicas,
aunque ella se empeñe en negarlo. Las prestaciones sanitarias tienen
necesariamente que abarcar más cuestiones que la mera cura médica. Y es bien
triste que a estas alturas de la democracia aún tengamos que subrayarlo. También
que este Gobierno siga trabajando como si los departamentos ministeriales fueran
compartimentos estancos: en un país donde la demografía baja de forma disparada,
debería ser una obligación de los ministerios fomentar la natalidad. En todas
las capas sociales y, sí, a cualquier precio. Entonces, a muy largo plazo, los
problemas del Ministerio de Empleo para sufragar las pensiones igual encuentran
una solución. O aumentan los españoles susceptibles de pagar impuestos y, por
tanto, mejora la Hacienda pública. Como ve, señora Mato, gananamos todos.
No valen tampoco las justificaciones económicas, ni los eufemismos
pseudocientíficos. Sencillamente, no es creíble que el ministerio justifique
esta decisión puramente ideológica -excluir de la maternidad a las familias que,
sencillamente, no les gustan- en un ahorro económico. Son muy pocas las mujeres
lesbianas o sin pareja que acuden a la sanidad pública para solicitar la
reproducción asistida. Las restricciones metodológicas que impone la sanidad
pública ya expulsan a muchas mujeres: solo se sufraga un intento y si hay un
hijo, la mujer queda excluida. Pero hay otra razones de peso: preservar la
intimidad o, simplemente, acelerar el proceso si se está al final de la vida
fértil son razones para acudir a la sanidad privada, siempre que se pueda pagar.
Por eso, la gran mayoría de las personas acude a la opción de pago: en 2010 el 80% de la fecundación asistida se hizo en centros
privados, según la Sociedad Española de Fertilidad.
Mientras, quienes acuden a la sanidad pública para ser madres es porque
realmente no tienen medios para pagar un tratamiento privado. Son personas con
dificultades para las que, señora Mato, "la falta de varón" sí es un problema.
Pero la respuesta de la Administración no puede ser la que sugieren sus
palabras: "Vaya a buscarse un varón y, si no quiere, aguántese, que usted lo ha
elegido". Porque si eso es todo lo que usted como ministra puede ofrecer,
debería darle la misma respuesta a las parejas con problemas de esterilidad:
"Vaya a buscarse un hombre (o una mujer) que no tenga estos problemas".
Lo peor de su decisión no es que sea ideológica. Al fin y al cabo, usted es
política y es su derecho. Lo peor es que nos quiera convencer de que hay
familias mejores que otras. Y con más derechos. La ministra Mato, una vez más,
se olvida que no es solo ministra de Sanidad, también debería ejercer la otra
cartera de la que es responsable: la igualdad. Ese es también nuestro derecho.
▬
Hay que tener un macho
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/2013/07/24/hay-que-tener-un-macho.html
En esta romería
el varón siempre manda.
Los maridos son toros.
El varón siempre manda.
¡Dale ya con la rama!
Y las romeras flores
para aquel que las gana.
(YERMA, Federico García Lorca)
"No creo que la falta de varón sea un problema médico".
Ana Mato, ministra de Sanidad
Escucha a la penitente
de tu santa romería.
Abre tu rosa en mi carne
aunque tenga mil espinas.
(YERMA, Federico García Lorca)
En esta romería
el varón siempre manda.
Los maridos son toros.
El varón siempre manda.
¡Dale ya con la rama!
Y las romeras flores
para aquel que las gana.
(YERMA, Federico García Lorca)
"No creo que la falta de varón sea un problema médico".
Ana Mato, ministra de Sanidad
Hay que tener
varón, eso está claro. "La falta de varón" es una expresión que define a las
claras su contrario, o sea, la no falta, o sea, la parte positiva, o sea el
varón pegado al lomo, que es lo que tienes que tener, putilla, que es lo que te
va a dar derechos, ¿qué te habías creído, que tú sola mereces atención,
solución, asistencia?
Hay que tener varón, claro que sí señora Mato, que "La falta de varón" es una
expresión que también define a la hembra que la enuncia, a usted, y a las que la
rodean, como un coro de lavanderas, "¡Ay de la casada seca!/¡Ay de la que
tiene los pechos de arena!". Tener o no tener un macho, María de la O,
vuelve a estas alturas a definir lo que somos y lo que merecemos, teniéndolo
to. Hay que tener varón para catar las mieles del progreso y de la ciencia, de lo
público y lo social. La sanidad es para la que tiene su macho, piensa la Mato,
qué se habrán creído esa panda de fulanas, vacas sin cencerro, se habrán pensado
que está el estado para darles gusto a sus carnes con vicio. Aquí solo se preña
a la que, como tiene que ser, lleva su semental contra la cadera, ay, noche tras
noche, ay, pero sin fruto. Oh.
Hay que tener varón, uno que diga Mira lo que tengo entre las piernas, Mari,
ven aquí que te voy a enseñar lo que vale esta tranca, coño, que vale nada más y
nada menos que una norma, una ley, una regulación, que es tranca de derecho,
tranca que te bendice, desgraciada, agárrate fuerte a ella y pórtate bien, que
es llave de tus hijos. Y que se te paren los pulsos si me dejas de querer, que
las campanas te doblen...
Hay que tener varón, están las máquinas dispuestas para la yerma.
Escucha a la penitente
de tu santa romería.
Abre tu rosa en mi carne
aunque tenga mil espinas.
(YERMA, Federico García Lorca)
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