Si por la noche estuvimos en la exposición que comentaba esta mañana, anteriormente comenzamos la lenta desmantelación del estudio, después de23 años de trabajo, pues parece (y cruzo los dedos) que, al menos, el alquiler es inminente. Seguimos a la espera de que suene la flauta y que lo podamos vender, pero como menos da una piedra el alquiler es mejor solución que nada. Sacamos carpetas, las llevamos a destruir convenientemente, como mandan los cánones de la Ley de Protección de Datos y terminamos en El Médano por la tarde para compensar el mal rollo anterior.
Pues bien, saliendo del estudio, al doblar la esquina, me encuentro con un pequeño edificio que me sorprendió; ignoro si siempre estuvo allí y nunca me percaté de él, o es nuevo, pero me sorprendió gratamente. Una manera digna de hacer arquitectura con la cantidad perfecta de ornamentos. Felicito a los arquitectos.
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