“¿No hay nadie que viole a la ministra negra?”
Una consejera de la Liga Norte arremete con insultos racistas contra la titular de Integración del gobierno italiano, Cécile Kyenge.
Una consejera de la Liga Norte arremete con insultos racistas contra la titular de Integración del gobierno italiano, Cécile Kyenge.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/13/actualidad/1371140897_288568.html
La ministra italiana de Integración, Cécile Kyenge, de 48 años, tiene a gala
decir: “No soy
de color, yo soy negra”. Tanto su nombramiento, el pasado 28 de abril, como
su defensa sin tapujos de los derechos de los inmigrantes han puesto de los
nervios a la Liga Norte, el partido xenófobo que sostuvo al último gobierno de
Silvio Berlusconi. Si
hace unas semanas era el eurodiputado Mario Borghezio quien decía que Kyenge,
oculista de profesión, estaría mejor de criada que de ministra, ahora los
insultos han pasado a mayores. Dolores Valandro, una consejera municipal de la
Liga Norte en Padua, ha escrito en su página de Facebook: “¿Pero es que no hay
nadie que la viole?”.
La pregunta –escrita en mayúsculas, lo que en el lenguaje de la red
representa un grito— iba acompañaba de una reseña de una página de Internet
llamada "Todos los crímenes de los inmigrantes” en la que, junto a una
fotografía de la ministra Kyenge, se da cuenta de la detención de un africano
por el supuesto intento de violación de dos muchachas en Génova. La consejera
Valandro, también conocida por Dolly, escribe: “¿Pero es que no hay nadie que la
viole, al menos para que pueda entender qué siente la víctima de un delito
infame? ¡Vergüenza!”.
Nada más trascender la existencia del brutal comentario, los responsables de
la Liga Norte intentaron echarle agua al asunto. Al tiempo que Flavio Tosi,
vicesecretario federal del partido, hablaba de una “declaración incalificable” y
anunciaba la expulsión inmediata de Dolores Valandro, esta borraba la frase de
Facebook y declaraba en la radio: “No soy mala. Era solo una broma. A veces me
desahogo de la rabia así. Pido perdón. Yo no soy violenta…”. El problema es que,
vistos en perspectiva, la intensidad de los insultos no han hecho más que
aumentar. A través de Twitter, Kyenge advirtió: “Este lenguaje instiga a la
violencia a toda la ciudadanía”.
Aunque la ministra suele reaccionar con tranquilidad, insistiendo en que
Italia no es racista, la contestación al nombramiento de una ministra negra por
parte del primer ministro Enrico
Letta no ha sido ni mucho menos anecdótica. Desde la Liga Norte y sus
aledaños se le ha dicho de todo, amparándose muchas veces en el anonimato que
permite la red. Desde “zulú” o “mono congolés” a advertencias del tipo:
“Vuélvete a África; si te quedas, te vamos a matar”. El ambiente hostil que
rodea algunas de sus apariciones en ciudades del norte la obligan a viajar
acompañada de un fuerte dispositivo de seguridad. El miércoles fue abucheada al
llegar a un barrio a las afueras de Milán y, hace unas semanas, también en la
capital de Lombardía, sus guardaespaldas impidieron que se acercara a ella un
consejero de la Liga Norte que, al parecer, solo pretendía estrecharle la
mano.
La ministra suele decir: “Los insultos no me afectan porque tengo un
objetivo”. Su primera iniciativa ha sido un proyecto de ley para conceder la
ciudadanía italiana a los hijos de los inmigrantes nacidos en suelo italiano, el
llamado ius soli. “Mi presencia al frente del ministerio es una
oportunidad para demostrar a muchos emigrantes que ellos también pueden salir
adelante”. Cécile Kyenge nació en 1964 en Kambove, en la República Democrática del Congo. Su padre, un funcionario bien
situado de la etnia bakunda, tuvo cuatro esposas y 39 hijos. “Crecer en una
familia polígama”, ha explicado la ministra de Integración, “no significa que
compartas esa visión de la vida, pero no reniego de mis orígenes”. A los 19
años, Kyenge viajó a Italia para estudiar Medicina con una beca, pero llegó
tarde y tuvo que sobrevivir sin papeles, trabajando de cuidadora, sintiendo en
carne propia los prejuicios y la ignorancia. “Aunque me gradué con notas altas,
no podía trabajar porque necesitaba la ciudadanía. Además, siempre encuentras a
gente que no quiere que la toques por tener otro color de piel”.
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