martes, 4 de junio de 2013

LA VOZ DE SU AMO

Una auténtica lista de música para perros
Por: Fernando Navarro. 03 de junio de 2013

¿Hay canciones pensadas para que las escuchen los perros? A la espera de que surja algún estudio que diga que sí las hay y cuáles son (tal vez lo haya, quien esto escribe lo desconoce), lo que sí que existen son canciones donde los caninos son los protagonistas. Canciones dedicadas a perros o donde las referencias a ellos son tan evidentes que se hace difícil no pensar que ese tema que suena a todo volumen en el reproductor puede entrar a formar parte de una supuesta lista de música perruna. Al igual que existen películas donde los perros chupan cámara, como Beethoven, Bingo, Superagente K9, 101 dálmatas o La dama y el vagabundo o incluso series como Lassie, en este blog se busca ahora esa música perruna para no parar de bailar o escuchar tranquilamente en el sofá de casa. Y qué mejor que empezar viajando a los orígenes del rock’n’roll.
Cuando Jerry Leiber y Mike Stoller, posiblemente la pareja de compositores más importante que ha dado el rock’n’roll y pop norteamericanos, compusieron a toda prisa Hound Dog para Big Mama Thorton tenían claro que la cosa funcionaría. Según dijo Leiber en la autobiografía de ambos, titulada precisamente Hound Dog, la canción surgió como una luz. “Como dicen en el Sur, supimos que ese perro cazaría”, reconocía el compositor. Y así fue: en el vozarrón de la gigantesca Mama Thorton, la frase “no eres más que un perro sabueso llorando todo el tiempo” sonaba a aullido divino.
Lo que no imaginaron, ni nadie lo hizo, fue que, poco después, un joven chaval de Memphis cambiaría el curso de la historia interpretando esa canción en la televisión. Al ritmo de su sensual movimiento de caderas, el grito de Elvis Presley hizo estallar todo por los aires. Ni la música popular ni la juventud ni la moral volvieron a ser lo mismo en Estados Unidos. Y para los lectores de este blog conviene apuntar lo siguiente: cierto que se hace un uso peyorativo de la imagen del perro en esta canción, pero basta comprender que Elvis abrió toda una brecha generacional sin precedentes con el mundo conservador de sus padres y también con un modo de entender la cultura y el ocio cuando cantaba con todo el corazón sobre “los perros sabuesos” que decían ser de “clase alta”. ¿Quién mejor que El Rey para decir aquello de “no eres más que un perro sabueso” a los tipos con malas pulgas que odiaban el hedonismo que ofrecía el rock?
Pero no siempre se ha hecho este uso negativo de los caninos en las distintas canciones que se han compuesto en la historia. El célebre cantautor Cat Stevens, tan capaz de hablar de lo mundano con verdadera emotividad, escribió I Love My Dog, donde aseguraba que su perro lo único que necesitaba era “comida y amor”. Así de simple. Eso sí que es cantar a lo que es una buena vida perra y, en el caso del trovador Stevens, con tan solo tres acordes folkies.
Algunos, en cambio, han usado a los perros como metáforas. Otro autor del mejor folk, aunque de cuño más reciente, como Damien Rice usó a los perros, “corriendo en una mañana soleada”, como una imagen poética, cargada de simbolismo en su composición amorosa Dogs. Imposible resistirse.
Antes, el maestro del verso Bob Dylan hizo algo similar cuando en If Dogs Run Free se preguntaba, al son de las saltarinas teclas de un piano y los coros blues de Maeretha Stewart, “¿si los perros corren porque nosotros no podemos hacerlo en esta ciénaga del tiempo?”.
Otras veces los perros han sido imágenes de amores entregados, de fidelidad absoluta a la persona amada. Cat Power lo cantaba en Salty Dog diciendo en el estribillo “déjame ser tu perro saltarín”.

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