jueves, 1 de abril de 2010

AGRAVIO COMPARATIVO

Leo en el periódico que los obispos españoles muestran su apoyo al Papa al considerar que sufre una campaña difamatoria a raíz del escándalo de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y religiosos. Veamos quién es realmente el Papa: obispo de Roma, cabeza de la Iglesia católica, jefe de Estado y soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano. Aparte de soberano y jefe de Estado, tenemos en el mundo Presidentes, Primeros Ministros, Reyes, Príncipes, Grandes Duques, etc.
Veamos ahora una lista de políticos insignes que han destacado o destacan de una u otra manera: Silvio Berlusconi, Bill Clinton, J. F. Kennedy, John Profumo, Moshe Katsav, Larry Craig, Fernando Lugo, etc. Y si tomamos como ejemplo a Clinton recordaremos todo lo que se escribió sobre su escándalo sexual con Monica Lewinsky, que los teníamos, sobre todo -la teníamos-, hasta en la sopa. Resumiendo, se puede hablar con toda tranquilidad de los escándalos sexueles de los políticos que hay por el mundo y son estos los que tienen que demostrar su inocencia, pedir perdón públicamente, ser juzgados, dimitir... en cambio del Papa no se puede hablar porque se tratará entonces de una campaña difamatoria o de obra diabólica como diría nuestro insigne obispo de Tenerife. ¿Abaso no está la Iglesia atacando constantemente a todo aquel que se desvía de su doctrina? No hay palabras. ¿Quién habrá inventado la impunidad?

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