lunes, 19 de abril de 2010

ABRIENDO LAS CALLES

Conducir al trabajo cada mañana se convierte en un interesante periplo. Abriendo las calles a esa hora sólo me encuentro con algún gato despistado -difícil de ver-, un perro posiblemente aturdido por la oscuridad, la soledad y el hambre; alguna rata aplastada y solitaria en medio del asfalto o, como hoy, un triciclo al que le faltaba un lado del manillar. ¡Qué triste la sensación de estar sólo en la carretera y de noche!

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