miércoles, 7 de agosto de 2024

GRANDE, GRANDE, GRANDE

 
 
Verano.
Escucho a la grande Mina mientras subo a La Esperanza huyendo del calor santacrucero. A esta hora intempestiva me libro de las noticias pues siempre llego antes de las 5, las en punto. 10° menos, aunque no tan fresco como otras mañanas. Creo que la mañana será cálida, si no tórrida.
Ayer avión y fontanero, hoy ITV, ¿mañana? Cena libanesa de despedida a mi ahijada R que vuelve a su trabajo y a su casa, que no es lo mismo pero es igual. Hoy me tomaré un café con un amigo al que veo poco, una pena, para ponernos al día; lástima que esta vida que llevamos nos marque un ritmo que nos gusta más bien poco. O nada.
 
Volando voy, volando vengo.
En mi vuelo de ayer desde Gran Canaria no pude conseguir un asiento en la cola, me asignaron el 10, justo en la mitad del avión. En la fila 6, en asientos a ambos lados del pasillo, iban sentados dos elementos que a) eran sordos o b) eran imbéciles. ¿Saben esa gente que tiene que decir siempre "aquí estoy yo"? Todo el vuelo hablando para todo el pasaje, tanto por ciento va, tanto por ciento viene. ¡Compra! ¡Vende! Para vomitar. No pararon, tanto es así que en la jardinera seguían dándonos una lección de poderío. Compadecí a sus pobres vecinos de asiento. Con un poco de suerte no vuelvo a coincidir con tremendos petardos.
 
Libros.
Me encuentro sobre la mesa del despacho los últimos 3 libros que me han llegado. Qué ganas de empezar a leerlos. 
¿Cómo imaginamos una casa? ¿por dónde se empieza? "El salón del perejil gigante", de Gilles Clément.
La crítica literaria de la década de los noventa del siglo pasado, ¿cómo no rememorarla con afecto, si uno se precia de ser buen lector? "La crítica literaria en los noventa", de Miguel Alcázar.
Una breve introducción a la arquitectura sin pedigrí. "Arquitectura sin arquitectos", de Bernard Rudofsky.

Despedida.
Escucho en la radio la historia de la tradición de los dos apellidos en España, en contraposición con casi todo el resto de países donde se utiliza uno. Nosotros tenemos dos, el del padre y el de la madre. ¿La razón? En la época de los Reyes Católicos se impuso esta regla para que las familias pudieran demostrar que ni su padre ni su madre eran judíos. Los "sangre sucia" de la época. Ya sabemos las fuentes de las que bebió J.K. Rowling.

Y cierre.
A ver qué nos depara este día de Mercurio.
Mina, *Grande, grande, grande.

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