jueves, 21 de marzo de 2024

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Mentiras de altura
JAIME RUBIO HANCOCK
20.03.2024

Buenas:
¿Cuánto medís? Creo que yo mido alrededor de 1,74 m (hice lo que pude). Sospecho que es algo menos, pero hace décadas que no me atrevo a confirmarlo.
Lo pensaba al ver un vídeo con el que me topé el otro día en Twitter, aunque viene de TikTok: Cody Premer es un estadounidense que, entre otras cosas, va por los gimnasios y pregunta a los chicos cuánto miden. Y luego saca un metro. Algunos dicen la verdad, muchos exageran y hay algunos que ni siquiera aceptan poner a prueba lo que acaban de decir.
La obsesión con la altura no es exclusiva de gimnasios: como recogía Icon hace unos días, políticos, actores y, por supuesto, usuarios de aplicaciones de ligue tienden a sumarse algún que otro centímetro.

La situación recuerda a la que nos encontramos con los currículums y las entrevistas de trabajo. Mentir, lo que se dice mentir, poca gente miente, pero sí suele haber una buena labor de maquillaje. Por ejemplo, si estudiamos un año de alemán en 1958, no tenemos inconveniente en apuntar un “nivel básico” y quedarnos tan panchos. Por no hablar de cuando nos animamos en las entrevistas, como cuando Jen Barber, protagonista de la serie The IT Crowd, acepta el cargo de jefa del departamento de informática en el primer episodio a pesar de no saber nada de ordenadores.

Un jefe de recursos humanos con un mínimo de experiencia sabe que los currículums están algo maquillados y probablemente descuenta parte de lo que lee. Lo mismo ocurre con los usuarios habituales de las apps de ligar: como decía una de las entrevistadas por Icon, “si en las aplicaciones de citas un hombre dice medir 175 cm ya me huelo que será más o menos de mi altura (mido 170)”.

Pero esto puede ser injusto en el caso de quienes hayan preparado su currículum o su perfil de Bumble con sinceridad. Si alguien tiene de verdad un nivel básico de alemán y lo pone tal cual, puede encontrarse con que no le crean en un proceso de selección. ¿Esto significa que podemos mentir en los currículums porque todo el mundo miente y, a efectos prácticos, es la única forma de ser sincero? Si la otra persona sabe que miento y yo sé que la otra persona lo sabe, ¿estoy mintiendo?

La filósofa Sissela Bok (estadounidense nacida en Suecia en 1934) reflexiona sobre la mentira en su libro Lying: Moral Choice in Public and Private Life (Mentir: elecciones morales en la vida pública y privada). Bok escribe que si viviéramos en un mundo en el que todo el mundo dijera más mentiras que verdades, no podríamos confiar en nadie y nos costaría creer lo que los demás nos contaran, como ya hacemos con las personas que sabemos que son mentirosas por sistema.

Bok sigue en esto a Kant. La ética de Kant nos pide que respetemos las obligaciones y los derechos con independencia de los efectos de nuestras acciones. La moral ha de tener la forma de un imperativo categórico universal, es decir, una ley que no esté condicionada por ningún propósito y que se obedezca en cualquier momento: “Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal”. Es decir, no hay excepciones a los deberes morales. Como escribe en su Fundamentación de la metafísica de las costumbres, “si bien puedo querer la mentira, no puedo querer, empero, una ley universal de mentir”, ya que nadie creería a nadie.

Cuando mentimos en un currículum o con nuestra altura acabamos provocando una situación similar: la mentira perjudica a todos, a quienes mienten y a quienes dicen la verdad, porque al final nadie sabe a qué atenerse y los procesos de selección (laboral o sentimental) se convierten en una especie de investigación detectivesca para saber quién exagera o quién se toma ciertas libertades.

Lo peor de todo esto es que resulta casi imposible dar marcha atrás: el primero que dice la verdad en un contexto así se ve perjudicado. Por ejemplo, dos amigos míos aseguran que también miden 1,74 m y sé (lo sé, es obvio) que son más bajitos que yo (ya sé que todos pensamos que la gente que mide más o menos como nosotros es más bajita que nosotros, pero es que lo son). Si me midiera (no lo voy a hacer) y resultara medir 1,72 m, me negaría a admitirlo en su presencia hasta que ellos también aceptaran medirse de nuevo. El caso es que estamos atascados, en un impasse en el nadie se resigna a medir menos de lo que dice medir.

‌El peligro de que se rompa la credibilidad de un sistema no es exclusivo de currículums y apps de ligue, lo vemos en política todos los días, y en especial en las campañas electorales, donde damos por hecho que todo el mundo miente casi cada día. Como dice Kant, mentir es “una injusticia causada a la humanidad en general”, ya que cada vez que mentimos minamos la confianza mutua y dejamos de creernos los unos a los otros. Es verdad que podemos ir descontando centímetros, niveles de idiomas y promesas electorales, pero nunca sabemos cuánto. ¿Solo está redondeando hacia arriba? ¿No llevará alzas? ¿Eso es alemán o un ataque de tos?

Kant y Bok tienen razón: hay que decir la verdad aunque a corto plazo pueda perjudicarnos. Así que os seré sincero: voy a esconder el metro. Cuando me pregunten, diré que mido lo justo para que las piernas me lleguen al suelo. Y eso es totalmente cierto.
Verdi, "Il Trovatore", *D'amor sull'ali rosee
Ana Netrebko.

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