lunes, 4 de marzo de 2024

LA COLINA


10° (sensación térmica 7°, según dice la web Meteolaesperanza). 
Creo que era en el primer capítulo de "Historia de dos ciudades" de Dickens, tras su portentoso comienzo, cuando una carreta subía lentamente una colina sin que lograse coronar la cima. Si bien no nos encontramos en el siglo XVIII ni en la Revolución Francesa, ¡cómo no preocuparnos ante los acontecimientos que nos auguran los agoreros! "Europa se prepara para la guerra", rezaba ayer EL PAÍS, o algo así. La guerra. Con cuánta felicidad leemos estas palabra y salimos después a pasear o tomar un café con los amigos.
La guerra, la guerra. ¿Recuerdan el baile de la alta sociedad del sur de Estados Unidos cuando reciben la noticia? ¡La guerra, ha estallado la guerra! (¡cuánta felicidad!). 700.000 muertos -aunque no la señorita Escarlata-, que se dice pronto. La guerra, esa que a nosotros no nos va a llegar porque estamos muy lejos, muy seguros y ya se encarga TELE5 de espantarla. Pero no se lo cuenten a los españoles del 36, a los europeos del 39, a los americanos del 55 o a los ucranianos, palestinos y judíos de hoy; a los kurdos, a los afganos, a los iraníes o a tantos habitantes de sendos países africanos, los mismos países a los que el Papa Juan Pablo II (santo subito!) adoctrinaba, allá por los 90, a los pobres negritos para que no usaran el preservativo -pecatto, scopare pecatto!-. 
Blanco Ibáñez ya había relatado los horrores de la guerra (en aquella ocasión la Primera Guerra Mundial) en su novela "Los cuatro jinetes del Apocalipsis" publicada en 1914. Ya han pasado 110 años y la Guerra, el Hambre, la Peste (léase aquí enfermedades como la malaria, el VIH, el ébola, el coronavirus, etc.) y la Muerte siguen estando en las primeras páginas de cualquier periódico de cualquier edición de cualquier día. ¿Y no nos avergonzamos? No, no nos da vergüenza alguna, seguimos tropezando en la misma piedra y repitiendo los mismos horrores.

Pues sí, hoy lunes vuelvo a subir la colina como Sísifo, mi alter ego de los lunes, y de los martes, miércoles... 
La cultura ayuda un poco; los libros, que he vuelto a devorar, el teatro como el de anoche, la ópera mañana. Hasta en lista de espera estoy para una visita guiada a la Biblioteca Nacional en Madrid.
Ah, por cierto, logré arreglar mi cuenta de Spotify y ya no hay peligro de que en medio de las Variaciones Goldberg te cuelen una canción de Melendi o un anuncio reguetonero. Respiré.
Karl Jenkins, *Palladio: *1.Allegretto,
(arr. for Strings Orchestra).

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