miércoles, 27 de marzo de 2024

GENIOS RENACENTISTAS


Antes todos los españolitos llevábamos un entrenador de fútbol dentro, y no hablemos de un seleccionador nacional, todos también. Esto de la globalización de antaño e Internet de hoy, todos somos decenas de profesionales a la vez, da igual el tema que sea, uno domina cualquier materia. Destacan dos grupos, los genuinos herederos del Renacimiento: políticos y opinólogos, que diría Amelia Varcárcel. Los primeros por lanzados, por desvergonzados, por atrevidos; el segundo grupo por jetas, por insoportables, por estirados... ¡Ah! olvidaba la soberbia, virtud compartida orgullosamente por ambos. 
Los nuevos intelectuales se jactan de su analfabetismo, la cultura es secundaria, el esfuerzo... ¿qué es eso?, los demás absolutamente prescindibles. El ego es lo único que importa, el poder del mediocre, la pura condescendencia, la autocomplacencia, ésta mayor si cabe.
Mi socio muerto me hubiera dicho: "Jose, no hay nada peor que un desclasado; quien reniega de sus raíces es la persona más venenosa, y si le das un poco de poder ya es el acabose". El desclasado es, en el fondo, un acomplejado amargado y, como tal, peligroso. Me pregunto muchas veces si esto no es en sí mismo un síntoma de clasismo. Luego lo desecho. No, no lo es, no me malinterpreten.
Hoy escribo desde mi cajón de sastre particular, soy consciente. Dormí mal, a las 12 sonó el despertador cuando llevaba únicamente una hora de sueño. Me levanto aturdido hasta que me doy cuenta que algo no encajaba, el despertador marcaba las 4:00am pero el móvil las 12. Tras unos segundos de desconcierto caí en la cuenta y volví a acostarme después de poner en hora el despertador. A las 4 sonó de nuevo, esta vez sí era la hora buena, ¿buena para quién?
La marea no baja nunca lo suficiente para que la isla se una al continente. Así siguen las cosas. 
Por cierto, ya miércoles, en un tris nos cae encima la Semana Santa, procesiones para unos, apertura de cajas para otros. 
Hoy, cruzo los dedos, colocan el poyo de la cocina. Poyo, qué palabra más bonita y en desuso, qué pena. El otro día hasta me recriminaron su uso. ¡Encimera!, no seas antiguo. Yo reivindico poyo, y sostén y fiambrera y cafre y cachivache y correveidile y floripondio y paparrucha y potosí y sílfide y lamedor y tantas otras palabras que me enlazan con mis abuelos, con mis padres. Raíces. 
Imogen Heap, *Hide and Seek.

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