Mis lunes son todos menos cascabeleros.
Después de una fin de semana tranquilo casero, sin vida social salvo la salida al concierto del viernes pasado, la visita a casa de unos amigos y el desayuno con mi amiga I, reempiezo la semana sin ganas, tras una noche de pesadillas vívidas que se ha vuelto un hecho recurrente los domingos, esta mañana fresca y lluviosa, escuchando el arpa de Granados.
¡Sueldo de fin de mes!, éste es el mantra que me debo repetir cada mañana, sobre todo cada lunes, al llegar a la oficina con el alambre de la sonrisa impostada que cuelgo en el perchero cada jueves y recupero ahora mismo. Me consuela la música y la soledad de estas dos horas primas, los amigos y compañeros que tengo, valiosos, y como siempre los saludos de los lugareños cuando me cruzo con ellos por la calle.
8 contestaciones a correos, nueva lista de trabajo pendiente, un billete a GC de ida y vuelta y una guitarra sonando de fondo.
Se acercan dos celebraciones, un salto a Madrid y las Navidades cartageneras con una pincelada de Cuenca. Lo bueno de todo esto es que, llegados a este punto vital, el tiempo pasa raudo, así que en un abrir y cerrar de ojos vuelto a estar fuera del zulo.
♫
Enrique Granados, *Valses Poéticos H.147, nº1.
No hay comentarios:
Publicar un comentario