jueves, 2 de noviembre de 2023

CRÓNICA (XIV)


ADIÓS A NUEVA ZELANDA

Terminó el viaje en Christchurch, última parada de nuestro recorrido por el país. Desde aquí volamos deshaciendo el camino vía Singapur, Múnich y Madrid hasta aterrizar en el aeropuerto de Gran Canaria tras 42 horas de culo plano y aburrimiento aeroportuario.
Pero nada de quejas, que si me ofrecieran volver diríamos sí ipso facto. Palabrita.
Un año después de nuestra primera visita a NZ, la ciudad sufrió un terrible terremoto el 4 de septiembre de 2010, sin muertes pero con grandes destrozos materiales que aún pueden verse, como la Catedral, que perdió su torre. La reconstrucción de la ciudad la ha provisto de nuevos e interesantes edificios como la Biblioteca Pública-Turanga -absolutamente maravillosa y muy animada-, el Museo de Arte Moderno, galerías de arte, restaurantes, cafés y tiendas de todo tipo. Las calles centrales, peatonales y bulliciosas, se recorren en un tren, sin uso esos días por alerta de viento; el primer día que paseamos el viento era tan intenso que la cosa se hizo algo desagradable.
Christchurch tiene arte, vegetación, una más que interesante arquitectura, posibilidad de hacer rafting cerca, bike parks y un teleférico para ver la ciudad desde alto, nuestra última actividad antes de devolver la autocaravana y comenzar el periplo de vuelta en el aeropuerto, donde por cierto había una exposición sobre la Antártida que me desconsoló.
Nos despedimos del país en la cola de embarque de nuestro vuelo a Singapur con un pasajero que llevaba un kiwi gigante en la mochila y que nos miraba con ojos tristones de despedida al no saber si algún día volvería.



























































¡Hasta más ver! (que son señas de volver).

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