Corto fin de semana de desconexión en Madrid. Policía Nacional ubicua y gente, mucha gente aquí y allá. Los fines de semana en las grandes ciudades son ya un infierno.
El viaje cumplió sus expectativas a pesar de la apretada agenda, la gente, las manifestaciones... Exposición de Monet (alimento para el alma) en CentroCentro, de Sorolla (ídem) en la Fundación Mapfre y por último visita a El Escorial. Frustrada la opción de llegar al monasterio en el "Tren de Felipe II" -todo vendido hasta final de mes-, descartadas las opciones de excursiones programadas pues todas incluían el Valle de los Caídos y no teníamos ni tiempo ni interés, optamos por ir en autobús desde Moncloa.
Paseo por la Gran Vía, la novísima Plaza de España, Puerta del Sol (¿nueva?), Teatro Albéniz, café en el Café Gijón, banderas de España ¡España! por todos lados y hasta un rato en la terraza del Circulo de Bellas Artes (donde un policía nos preguntó la contraseña para acceder, no fuera que nuestra intención hubiera sido acercarnos a la Carrera de San Jerónimo).
Madrid es una ciudad preciosa que poco tiene que envidiar a tantas otras que se han vendido mejor (nuestro complejo de inferioridad es vasto). Pero, ¿dónde han quedado aquellos camareros tan amables?
Ayer domingo ya en casa.
PD. Fotografiar el interior de El escorial es tarea ímproba, casi todos los lugares están vetados, pero junto con las mías puedo intercalar alguna de Google que ilustran la visita. Ahorraré la interminable serie de ataúdes de infantes para incluir únicamente el panteón de reyes. A la iglesia de la basílica no pudimos acceder hasta que finalizó una boda con ilustras y conocidos invitados.
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