Dos nuevas "anécdotas", por llamarlas de alguna manera, para el libro en ciernes sobre mis vicisitudes en la Administración. Dos conversaciones que bien podrían formar parte del teatro del absurdo.
La primera tiene lugar en un despacho, la otra alrededor de la mesa de un bar.
> Personaje 1: quiero hablar contigo de cómo debe ser el procedimiento respecto a esta queja.
> Personaje 2: [no habla, no asiente, semblante serio].
> Personaje 3: [no habla pero asiente].
> Personaje 1: porque claro, hacerlo así nos deja en evidencia y...
> Personaje 2: perdona, ¿me estás echando la bronca?
> Personaje 1: no, para nada.
> Personaje 2: ah, es que entonces no entiendo nada de lo que me cuentas.
> Personaje 1: ¿vas a consolidar como funcionario?
> Personaje 2: no, como laboral fijo.
> Personaje 3: ser laboral fijo es mejor que ser funcionario de carrera, en un conflicto el juez siempre le da la razón a los trabajadores.
> Personaje 2: bueno, nosotros hacemos el mismo trabajo que los funcionarios y cobramos menos; por ejemplo no nos pagan ni trienios ni quinquenios.
> Personaje 3: lo que no dices es que como sigues trabajando por las tardes como arquitecto puedes ganar una pasta.
> Personaje 2: ya me dirás cómo, metiéndome coca para estirar las horas del día.
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Diana Ross, *Eaten alive.
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