Tras un emotivo fin de semana donde se cierra un círculo y comienza el siguiente, llego a la oficina a las 5 de la mañana, como cada día, hoy con 11°, con la noticia de que ha nevado ligeramente en El Teide pero sin lluvia alguna sobre Tenerife, augurando un año malo de lluvias. Más malo, le dije al camarero que compartió conmigo tal información, a lo que él respondió bajando la cabeza.
11° para empezar el día, prevista una máxima de 17°.
La ciudad tan vacía como la autopista, Fletwood Mac de fondo, llego al pueblo con el tiempo justo de ver como un gato trepa a un muro y me espera en el bar un amigo para, aprovechando la coyuntura, preguntarme sobre cómo arreglar un asunto acuático.
Me decían ayer: la noche no es nuestra, pertenece a los fantasmas. No sé si mía o de ellos, vuelvo a tener pesadillas vívidas que no creo ayuden demasiado a mi buen dormir. ¿Estaré deprimido?, preguntaba, sólo me apetece dormir. ¿Deprimido?, ¿no será cansancio?
Echo de menos entender la teoría de cuerdas para poder vivir en una realidad paralela, quedándome con esto aquí, dejando eso allá, donde el espacio sea mayor, donde los minutos no duren 60 segundos sino más.
Hoy me espera el apasionante mundo de las subvenciones y, quizá, alguna factura de postre. Por la tarde una reunión que espero sea un punto de inflexión. Veremos.
Mientras tanto, como Alaska, miro la vida pasar, que ya es mucho siendo la que está siendo.
♫
The Hybsters, *Spacer.
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