4:30am, cuidad vacía, solo escucho el sonido del motor de mi moto. Enfilado hacia la autopista me cruzo con dos mirlos negros, los blancos escasean, que picotean el pavimento de la acera. ¿No duermen nunca?
Autopista vacía, señales de obras que no aparecen nunca, las obras, una furgoneta que me adelanta y el reflejo de mi faro en los troncos de los árboles que bordean la oscura carretera y que irremisiblemente me llevan a imaginar aquella película de terror pero sin banda sonora; ¿dónde la niña de la curva?
Nada sucede salvo la aparición de un par de insectos que chocan con mi casco.
Llego al bar y, con la radio de fondo -maldito monotema-, me tomo el primer cortado de la mañana en el estado de somnolencia que me acompaña cada día a esta hora. Hubo una época donde los hitos históricos eran los cambios de Papa o los viajes al espacio. Hoy las horas las marca la política patria y majadera que no da tregua alguna.
Argumento para una novela de ficción: crucero de lujo, sólo políticos (adults only, all inclusive). Naufragio en medio del océano, no hay supervivientes.
Me llaman para ir al concierto de Ed Sheeran. No, gracias, no me entusiasma y a los tumultos ¡lagarto, lagarto! Las entradas vendidas en un tris, ignoro si mi amigo consiguió alguna finalmente.
Sigue el calor, desde finales de agosto aún no me he tapado ni una sola noche en Santa Cruz.
♫
Ed Sheeran, *Bad habits.
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