Midnight Oil, *Beds are burning.
Llevo unos días sin escribir por diversas razones, ora por falta de sueño que hace que vague como zombie cada mañana con pocas ganas de nada o de todo, según se mire -hoy añadí quince minutos más de sueño al despertador porque cuando sonó la primera vez casi muero; ora por escapar de esa cascada de noticias donde el famoso nombre de diccionario es el protagonista absoluto sin serlo. Pero ya tocaba hablar de algo bueno, de algo justo.
Una boda, para empezar. La primera de la segunda (generación) de amigos del alma, de los que alimentan el ídem, esta vez inglesa, como el pudding y el roast beef. La perfecta ocasión para celebrar más a María Moliner y menos al otro. La alegría compartida lo es más -sweet dreams are made of this-; sirva aquella máxima que nos recuerda que lo que no se da se pierde. ¡Enhorabuena!
Y llegó el karma, tarde. Pero llegó. Sólo queda ser optimista y esperar que sepa lo que hace y, sobre todo, cómo lo hace. Lejos quedan los aborígenes, expertos en el manejo del boomerang. Yo prefiero pensar que al que lo lanza, si no hoy mañana (o pasado), le acaba llegando, y a saber si sabrá cómo asirlo; difícil tarea. Sabio refranero: quien siembra viento recoge tempestades. Mucho más terrenal esto que esperar la llegada de la justicia divina que, en caso de llegar, quiero pensar que lo haría a otros lares mucho más necesitados que éste. Siempre, siempre, acaba apareciendo alguien peor que tú ¿o no?
Para compensar los malos rollos, sentado en el umbral esperando a que pase delante, con el puente de plata listo a la vuelta de la esquina y la cantimplora a buen recaudo, una señora a la que atiendo por un problema con el tendido eléctrico frente a su casa en ciernes -pocas cosas tan terrenales-, se acerca al despedirme y me da un abrazo. Gracias, ha sido usted (¡trátame de tú, por favor!) mi ángel de la guarda, se despide. Nada, nada, es mi trabajo, siempre un placer, que vaya todo bien, cuídese.
42° marcaba el coche cuando entré en él para volver a casa. 34° al empezar a conducir. Rápido, un café al llegar a casa, descalzo sobre el fresco mármol y a montar unos planos para poder tachar, por fin, una de las líneas de la lista, que no de la compra. Parece que hoy bajan las temperaturas. Amén.
Un poco de música para empezar el día mientras continúa girando alrededor de mi cabeza la snitch que más bien se trata del karma disfrazado de bola dorada, casi seguro de ello estoy.
¡Feliz jueves con sabor a viernes! and happy weeding!
Portugal. The Man, *Fell it still.
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